¿Quién va a decidir la política o la inteligencia artificial?

¿Quién va a decidir la política o la inteligencia artificial?

“El gobierno de los CEOs de las Big Tech”

En un mundo arrasado por cambios distópicos en las decisiones geopolíticas, donde una Orden Ejecutiva puede cambiar el rumbo de una nación en minutos, surge una pregunta esencial: ¿quién decide el futuro de la inteligencia artificial (IA)? Un caso paradigmático fue la decisión tomada por el presidente Donald J. Trump apenas asumió su cargo, eliminando lo que consideró “políticas dañinas de IA” https://www.whitehouse.gov/fact-sheets/2025/01/fact-sheet-president-donald-j-trump-takes-action-to-enhance-americas-ai-leadership/ de la Administración Biden. En su lugar, Trump busca reforzar el liderazgo de Estados Unidos en este campo, destacando la eliminación de la obligación donde “los modelos de IA más poderosos compartan detalles con el gobierno sobre el funcionamiento de esos sistemas antes de que se liberen al público” https://www.latimes.com/espanol/eeuu/articulo/2025-01-22/trump-revoca-orden-de-biden-sobre-seguridad-en-ia-para-diferenciarse-de-su-antecesor. Este movimiento, más allá de lo técnico, reflejó una estrategia política para posicionarse globalmente en una era dominada por la tecnología.

La revocación y revisión de las políticas de seguridad en IA implementadas por Trump no fue solo un cambio administrativo. Fue un mensaje claro de cómo la inteligencia artificial se ha convertido en un campo de batalla político, donde cada administración define su postura según intereses estratégicos. ¿Era la postura de Biden un principio de freno o barrera? ¿Es el enfoque de Trump el modelo a seguir? Estas preguntas no tienen respuestas simples, pero dejan en evidencia cómo la IA está moldeando la política y, a su vez, siendo moldeada por ella.

Como variable de sustento a tener dentro de estas posturas, tengamos a mano la Global AI Vibrancy Tool. The Global AI Vibrancy Tool November 2024, es una plataforma interactiva que permite comparar el dinamismo de la inteligencia artificial (IA) en 36 países mediante 42 indicadores organizados en 8 pilares. Esta herramienta destaca centros de excelencia en IA, identifica indicadores clave para guiar políticas y evalúa la posición de cada país en el desarrollo de esta tecnología. Además, ofrece clasificaciones globales y nacionales de 2017 a 2023, junto con tendencias de progreso basadas en datos históricos.

La política de la IA como terreno compartido.

Más allá de este caso puntual, decidir quién debe definir la política de la IA es un debate que involucra a múltiples actores. Los gobiernos, a través de leyes y regulaciones, juegan un rol crucial en cómo se desarrolla y utiliza la tecnología. Empresas tecnológicas como OpenAI, Google, Tesla, Starlink o Microsoft no solo impulsan avances, sino que también establecen los límites prácticos de lo que es posible, marcando el rumbo de la IA a nivel global. Por otro lado, los investigadores y académicos desempeñan un papel clave, no solo innovando, sino también liderando el debate sobre las implicaciones éticas y sociales.

Sin embargo, no se puede ignorar a la sociedad civil. La ciudadanía tiene un interés directo en cómo la IA afecta sus derechos, trabajos y vidas diarias. Desde movimientos por la transparencia en el uso de datos hasta iniciativas por un desarrollo ético de la IA, la voz de las personas es fundamental para garantizar que esta tecnología se utilice de manera responsable.

La competencia por liderar la era de la inteligencia artificial se asemeja a una nueva carrera espacial, donde Estados Unidos quiere con esta nuevas políticas adoptar un enfoque ambicioso y coordinado, como el “Programa Apolo” https://www.technologyreview.es/s/16405/ee-uu-necesita-un-programa-apolo-para-liderar-la-era-de-la-ia, para garantizar su posición estratégica. El liderazgo global en IA no solo implica el desarrollo de tecnologías avanzadas sino la formación de talento especializado “Necesitaremos las mentes más brillantes para reimaginar fundamentalmente cómo se produce la computación y encabezar nuevos paradigmas que puedan dar forma a la IA para el bien público, ampliar los límites de la tecnología y ofrecer sus beneficios a todos.”, como así también la construcción de infraestructuras robustas Así es el ambicioso programa de Milei que creará 6 centros de Inteligencia Artificial en Argentina, y la implementación de políticas éticas que equilibren el poder de las empresas tecnológicas con los intereses públicos

La importancia del diálogo abierto

Decidir el futuro de la IA no debe ser una tarea exclusiva de gobiernos, empresas o académicos. Es esencial que exista un diálogo abierto y transparente entre todos los actores. Solo así se podrán construir marcos éticos y regulatorios sólidos que garanticen que la inteligencia artificial sea una herramienta al servicio de la humanidad y no un arma de desigualdad o control.

Lo que está en juego no es solo el desarrollo de una tecnología, sino la dirección que tomará el mundo en las próximas décadas. En este escenario, las decisiones políticas, como las tomadas por Trump o Biden, son solo un capítulo de una historia más grande, donde el equilibrio entre poder, ética y progreso definirá el papel de la IA en nuestras vidas.

Mientras Estados Unidos sueña con su propio “Programa Apolo de IA” para asegurar el dominio global, moviendo fichas en un tablero geopolítico donde la ética parece negociable, Europa publica Segundo borrador del Código de Prácticas de la IA de Propósito General publicado, escrito por expertos independientes. En un lado del Atlántico, la velocidad y la competitividad son las banderas; en el otro, se aboga por la transparencia y la regulación a prueba de futuro, aunque los engranajes burocráticos podrían desafiar hasta a la IA más avanzada. En este contraste, Estados Unidos apuesta a que las decisiones ejecutivas y el músculo económico bastarán para ganar la carrera, mientras Europa intenta demostrar que, con suficiente diálogo y gobernanza, el progreso puede ser ético y rentable. La gran pregunta es si el modelo estadounidense romperá barreras o solo reglas, y si el enfoque europeo será un ejemplo global o un ejercicio de teoría sin práctica “la ilusión de la regulación”.

En el Foro Económico Mundial en Davos AI, tech and more at Davos 2025: What to know, el 24 de enero de 2025, Dario Amodei sorprendió con una declaración que ilustra el ritmo vertiginoso del progreso tecnológico: un siglo de avances científicos humanos podría ser alcanzado por la inteligencia artificial en tan solo 5 o 10 años. En el debate sobre inteligencia artificial general (AGI), figuras como Andrew Ng, Yoshua Bengio y Yejin Choi advirtieron que esta aceleración masiva de conocimiento no solo redefine los límites de lo posible, sino que también obliga a enfrentar desafíos éticos y sociales inéditos. Según las discusiones de Davos, estamos en la antesala de un cambio que podría transformar para siempre nuestra relación con la tecnología y el conocimiento humano. La gran pregunta es si estamos preparados para liderar este futuro, o si dejaremos que la inteligencia artificial lo haga por nosotros.

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