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La gestión del presidente Javier Milei ha recorrido el primer año entre correcciones financieras y normalización cambiaria. El norte ha sido frenar la inflación y, hasta ahora, ha llegado a un proceso en el que los precios tienden a estabilizarse, con un dólar menos volátil, y un panorama de normalización económica. No obstante, el clamor general pasa por una reducción del peso de los impuestos a todos los agentes, desde el simple consumidor hasta el más encumbrado inversor. Martín Litwak, abogado y CEO de Litwak & Partners, una boutique de servicios legales especializados en planificación patrimonial internacional, intercambio de información, amnistías fiscales y tributación internacional, no tiene dudas de que el camino elegido por Milei es el correcto. Y, en una entrevista concedida a LA GACETA, define claramente dónde estamos parados: “no podemos seguir viviendo en un país federal que tiene un sistema tributario unitario”.
-¿Cree que el Gobierno nacional está en la senda correcta con la eliminación, por ejemplo, del impuesto PAIS y, parcialmente, de las retenciones a las agroexportaciones?
-Lo primero que hay que decir es que el tema tributario asoma como uno de los más relevantes en el escenario político. Pero tenemos que recordar que es una discusión que, viene dándose con por lo menos 20 años de atraso. Esto se da más en términos de pelea que formalizarlos en proyectos. Siempre he sostenido que esta cuestión debe darse como una reforma integral. Eso se necesita de manera urgente, que se simplifique el sistema tributario y que baje ese esfuerzo fiscal que hacen y hacemos los argentinos, que es uno de los más altos del mundo, comparado con cualquier país. Para esta comparación se toma en cuenta el tamaño de ese país, el PBI per cápita y, cuando haces ese ejercicio, te das cuenta que en la Argentina se duplica y hasta cuadriplica el esfuerzo fiscal. Hay quienes dicen que los países escandinavos son más avanzados en ese aspecto, porque hay mucha seguridad jurídica y se gana más dinero que en otras latitudes y que duele pagar impuestos. Pero el esfuerzo lo vale porque les queda fondos para sus propios objetivos y reciben buenos servicios del Estado.
-La gran queja nacional pasa por el costo argentino y la pérdida de competitividad que ello implica respecto de otros países, que tienen menos carga fiscal...
-El tema tributario impregna todos los costos. En cada eslabón de la cadena productiva hay uno que otro impuesto y son más altos que en otros países. Las comparaciones son odiosas, pero hay que hacerlas. En otros distritos se impone gravamen a las ventas o al valor agregado al final de la cadena, pero no a cada paso, como sucede en la Argentina. Está mal hecho porque a la política argentina, cada vez que le faltaba plata, apelaba a la deuda, a la inflación y a los impuestos. Llevamos 100 años de creación desordenada de impuestos. Todos te dicen que se crean para el corto plazo, hasta tanto el país se recupere, pero se vuelve contraproducente porque terminan quedándose. Pasó con el impuesto al Cheque, con Bienes Personales y las retenciones. En las provincias sucede con Ingresos Brutos. Se trata de tributos que no fomentan el ahorro, mucho menos la inversión ni el crecimiento. Una cosas es pagar un impuesto al consumo o Ganancias, que te puede o no gustar pero que es más razonable porque apunta a la capacidad contributiva, y otra diferente es que te retengan o que se aplique a toda la cadena comercial. No tiene sentido.
-Eso es música para los oídos de cualquier agente económico.
-Son medidas correctas. Para que la gente entienda un poco, en términos gráficos, es como tratar de nadar 100 metros en una piscina de competición. Todo requiere tiempo. Primero metemos los pies en los escalones de la pileta y nos mojamos los pies. Para nadar tendrás que meterte más y seguro que siempre vamos a tener la sensación de que falta mucho. Lo que no hay que perder de vista es que ya se dieron los primeros pasos en la dirección correcta para alcanzar aquel objetivo, después de muchos años de presión sobre aquellos que pagan impuestos. Hoy nos estamos moviendo en otra dirección.
-Sin embargo, como dicen los tributaristas, el Estado debería salir a cazar fuera del zoológico para ampliar la base.
-Lo primero es que hay que bajar drásticamente y ya los impuestos. No se puede seguir presionando sobre la misma base contributiva. El diseño integral de una política tributaria requiere que esa base sea lo más grande posible y que todos paguen; así, bajará la presión tributaria. También que no haya tantas exenciones; que aquellos que gozan hoy de algún beneficio, paguen, aunque sea poco, pero que lo hagan. Eso alivia el esfuerzo que hace el resto de los contribuyentes. Es lógico que la sociedad quiera pagar impuestos razonables. Muchos empresarios viven para pagarlos y no pueden invertir. Es una descripción de la realidad; ojalá, dentro de poco, la situación se modifique.
-¿Cómo se puede ahorrar en un escenario de limitaciones para guardar capital?
-Estas crisis nos han llevado a hacer foco en un escenario de corto plazo. Por ejemplo, siempre pensamos cómo se van a financiar las vacaciones, si puedo cambiar el auto o si puedo mejorar la casa. Todo eso implica gastos. Naturalmente que para formar un capital o un patrimonio, entra a jugar el factor tiempo y la . Por eso decimos que apelar a una receta sería abstracto; no sabemos los objetivos que hoy prioriza la sociedad. La historia dice que se apela a comprar una propiedad o dejar dinero en el banco. Todo eso depende de los objetivos que se fije esa persona o aquella familia. Es difícil aconsejar cuando no sabes cómo será el contexto económico.
-¿Qué ha significado para la Argentina el blanqueo de capitales?
-Uno tiene la sensación que el efecto fue al inicio y que hoy nadie le da la importancia que el Gobierno le adjudicó al lanzar el esquema de exteriorización de capitales. Hoy tiene un problema para resolver: ¿cómo restituir plenamente la confianza blanqueando fondos? Nadie pone la inversión sin no hay mejora en las cuentas del gobierno. Eso es lo que se evalúa del otro lado. Claro que todo esto tiene dos miradas. El impuesto hay que pagarlo. Tuve que irme afuera y ahora tengo la posibilidad de regularizar. Esa es la buena perspectiva. La visión negativa pasa por la costumbre de los gobiernos que, cada cuatro o cinco años, lanzan un blanqueo. En la Argentina se necesita una cultura tributaria diferente y que se paguen tributos razonables, pero que se los cumpla.
-En el debate también entra la coparticipación federal de impuestos, ¿cómo generar un esquema en el que se cedan posturas porque siempre hay alguien que gana y otros que pierden?
-La Argentina ha vivido más de 100 años sin coparticipación. No se trata de pelearse con los gobernadores ni de renegociar. Se trata de eliminarla y decirle a las provincias que recauden con lo que consideren necesario, mientras que la Nación simplifica su régimen para que queden no más de cinco impuestos. Argentina es un país federal con un sistema tributario unitario. No pasa porque la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA) cobre u100% y luego redistribuya fondos. Pasa, por ejemplo, que Tucumán, en función de su economía, defina si es que corresponde cobrar Ganancias local, un IVA o impuesto al consumo, pero que la provincia sea responsable acerca de cómo recauda y para qué. No hay que tenerle miedo a una reforma integral, en el que cada provincia defina su política. Si un gobernador define que se paguen impuestos más altos, el contribuyente le exigirá que le garantice que estará acorde a los servicios que presta, más allá de que a ese impuesto hay que pagarlo. Hay que animarse a eso. Hoy tenemos distritos que andan bien, como Mendoza, que puede marcar diferencias respecto de otras jurisdicciones. La competencia es sana. Estaría bueno que el día de mañana, Tucumán u otras provincias puedan decir que cobra menos impuestos para ser más competitiva y captar con eso al inversor. La Argentina, insisto, necesita un sistema tributario federal.
-¿Cómo evalúa el cambio que se hizo en el organismo recaudador que pasó de ser AFIP a ARCA?
-Uno puede pensar que fue un cambio cosmético. No tiene ningún tipo de relevancia en la medida que no haya reformas de fondo y se tomen medidas sólo desde Buenos Aires. Ya sabemos que los parches (fiscales) no sirven porque la base del sistema tributario está mal. Subyace un eterno problema político; no se puede gobernar con aquel sistema tributario unitario. Es una inconsistencia que se da en la Argentina.