Por César Chelala
El 20 de enero de 2025, el presidente Donald J. Trump, mediante una orden ejecutiva, manifestó su intención de retirar a Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la agencia de las Naciones Unidas responsable de la salud pública mundial. Esta decisión tendrá consecuencias negativas de amplio alcance para la salud de las personas en todo el mundo.
Desde su incorporación a la organización en 1948, Estados Unidos ha sido su principal financiador, convirtiéndose en el miembro más influyente de la OMS. Sin embargo, a pesar de su importancia global, la agencia cuenta con un presupuesto equivalente a aproximadamente una cuarta parte del de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU., lo que demuestra sus limitaciones para abordar los desafíos críticos de salud a nivel mundial. La OMS se financia con las contribuciones de sus casi 200 estados miembros y cada contribución es determinada por las Naciones Unidas en función de la riqueza del país. Para el período 2024-2025, por ejemplo, esa cifra se ha fijado en 264 millones de dólares para EE.UU. y 181 millones para China. La OMS también recibe contribuciones voluntarias de los estados miembros; fundaciones filantrópicas y donantes privados. Mientras que para el mismo período se prevé que EE.UU. aporte 442 millones de dólares -lo que lo convierte en el mayor contribuyente-, China aportará tan solo 2,5 millones.
Con sede en Ginebra (Suiza), la OMS cuenta con seis oficinas regionales y 150 oficinas en países de todo el mundo. A través de ellas, la agencia promueve el control de enfermedades epidémicas y endémicas; establece normas sanitarias internacionales; recopila información sobre problemas de salud mundial; sirve de foro para debates científicos y políticos relacionados con la salud y evalúa los retos sanitarios mundiales. Como parte de su mandato, la OMS dirige una amplia red de agencias y laboratorios de salud pública donde los científicos rastrean nuevos brotes de enfermedades y recopilan datos para desarrollar vacunas y terapias que los combatan. Existen 21 centros colaboradores de la OMS en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU. y tres en los Institutos Nacionales de Salud (NIH). Estos centros atienden las prioridades de salud de EE.UU. -erradicación de la polio; prevención del cáncer y seguridad sanitaria mundial-.
La OMS ha estado en primera línea de respuesta ante desastres nacionales como los terremotos en Afganistán, Nepal, Siria y Turquía y las devastadoras inundaciones en Libia, Pakistán y Sudán del Sur; lo ha hecho mediante el despliegue de equipos médicos de emergencia; el envío de ayuda médica y la asistencia internacional para afrontar los efectos a medio y largo plazo de estos eventos.
Los recortes de financiación en EE.UU. afectarán la vacunación infantil; la erradicación de la polio y la respuesta a emergencias, así como a la gripe y otras amenazas pandémicas. A través de su Sistema Mundial de Vigilancia y Respuesta a la Gripe, la OMS procesa datos de países de todo el mundo para rastrear y evaluar los virus en circulación. Cortar sus vínculos con la OMS podría dificultar el acceso de EE.UU. a herramientas cruciales para desarrollar métodos biológicos de control de la gripe.
En 2019 la OMS estableció una Iniciativa Especial para la Salud Mental, que ha ayudado a brindar servicios comunitarios de salud mental, tan necesarios, a 50 millones de personas más. Al menos 320.000 niñas, niños, mujeres y hombres recibieron servicios de salud mental, neurológicos y de abuso de sustancias, por primera vez en sus vidas. Se ha creado una nueva Comisión de la OMS sobre Conexión Social, cuyo objetivo es combatir la soledad y el aislamiento social como amenazas acuciantes para la salud. La Comisión pretende elevar la conexión social como una prioridad de salud pública en países de todos los niveles de ingresos.
Los expertos predicen que la retirada de EE.UU. de la OMS permitirá a China tomar el control de la organización. “Hay un país que está desesperado por que EE.UU. abandone la OMS y ese es China”, advirtió el senador Chris Murphy, demócrata de Connecticut, en una audiencia del Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense. Dado que EE.UU. se incorporó a la OMS mediante una resolución conjunta de 1948 aprobada por ambas cámaras del Congreso -a la que el presidente Harry Truman hizo referencia explícita como base legal para unirse a la OMS-, los observadores creen que la retirada de EE.UU. de la organización viola la legislación estadounidense porque no cuenta con la aprobación expresa del Congreso.
Como consultor independiente de salud pública internacional, he llevado a cabo misiones relacionadas con la salud en más de 50 países de todo el mundo para diversas agencias, incluida la OMS. He presenciado la labor vital que realizan las filiales locales de la OMS para mejorar la salud de los más vulnerables en los países en desarrollo, labor que se verá gravemente limitada por la falta de fondos. Durante el conflicto de 2020 entre EE.UU. y la OMS, cuando el presidente Biden rescindió posteriormente su retirada de la organización, un grupo de destacados expertos internacionales en salud escribió en The Lancet: “La salud y la seguridad en EE.U. y en todo el mundo requieren una sólida colaboración con la OMS, una piedra angular de la financiación y las políticas estadounidenses desde 1948. EE.UU. no puede romper sus vínculos con la OMS sin incurrir en importantes perturbaciones y daños, lo que pondría a los estadounidenses en una situación mucho más vulnerable”. Esta afirmación sigue siendo tan válida ahora como cuando se redactó