"Roberto Arlt fue el escritor estrella de su época"

Es una de los mayores exponentes de la crónica en América latina. Acaba de publicar Plano americano, un libro por el que Mario Vargas Llosa la llenó de elogios. Allí reúne más de veinte perfiles de escritores, cineastas, artistas y músicos, en los que, entre otras cosas, desmiente la idea instalada de que el autor de Los siete locos fue un intelectual ninguneado por sus contemporáneos.

Roberto Arlt fue el escritor  estrella de  su época
28 Julio 2013

Está el poeta chileno Nicanor Parra. También el cantautor Facundo Cabral y la artista plástica Marta Minujín. Está Rodolfo Enrique Fogwill justo antes de la poetisa uruguaya Idea Vilariño; y está la directora de cine salteña Lucrecia Martel entre los escritores Fabián Casas y Martín Kohan. Además, está Ricardo Piglia después del español Juan José Millás; y Roberto Arlt, pegado a la novelista Aurora Venturini. En total, son los perfiles de 21 artistas los que presenta en más de 400 páginas Leila Guerriero en su último libro.

- ¿Cómo surgió Plano americano?

- El libro me lo propuso Matías Rivas, director editorial de Ediciones Universidad Diego Portales. Yo estaba trabajando en Los malditos, que recopila perfiles de escritores latinoamericanos malditos, y Matías me dijo: "Oye querida, tú tienes una enorme cantidad de perfiles de gente del arte, ¿no te parece que ahí hay un libro?". Y yo pensé un minuto y le dije que sí. Me gustó mucho la idea de reunir textos sobre gente que hace cosas creativas.

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- ¿El título lo elegiste vos?

- Sí, remite un poco a la idea de lo que yo creo puede ser un perfil. En el cine, el plano americano -que nació con los westerns- es el que enfoca hasta los revólveres de los cowboys; es un plano mediano. Creo que el perfil es justamente un plano americano, de aproximación intermedia, porque por más que estés un año con una persona, nunca vas a poder decir que conocés todo de ella. Siempre va a haber cosas ocultas, escondidas. El plano americano es un plano posible, la aceptación modesta de que no se puede saber todo acerca de alguien.

- ¿Por qué decidiste escribir sobre Roberto Arlt?

- El libro es una recopilación de textos publicados, pero tenía que tener uno inédito, contundente; así se nos ocurrió Arlt, que fue el primero que sonó. No sabía dónde me metía y por suerte, porque si lo hubiera sabido no hubiese arrancado con tanto entusiasmo. Fue una conjunción de hechos: yo estaba releyendo su obra, justo había salido el libro El paisaje en las nubes, una recopilación de sus textos en el diario El Mundo, con prólogo de Ricardo Piglia, y como Arlt había vivido un tiempo en Chile, de donde es la editorial, todo cerraba.

- ¿Cómo es trabajar cuando el personaje protagónico está muerto?

- Es muy difícil. Por un lado está la cuestión de no tener a la fuente principal, entonces hay que ser cuidadoso porque podés endilgar a la persona un carácter o una intención que jamás tuvo. Por el otro lado, cuando se trata de gente que murió hace tiempo, no encontrás testigos directos. Arlt se relacionaba con personas de su misma edad por lo que yo llamaba por teléfono a distinta gente y me encontraba con que también habían muerto. Sí estaban el hijo -pero no había manera de abordarlo- y su hija Mirta. Fue un trabajo de un año entero que precisó mucha paciencia y mucho cuidado.

- Si tuvieras que pensar en un tema que recorre todo el perfil de Arlt, ¿cuál sería?

- Creo que son varias cosas las que recorren su vida. Una es esa especie de vocación de confundir las pistas, eso de llamarse Roberto, pero al otro día Roberto Godofredo; eso de que nació acá pero en otro lado. Además, creo que lo que más se evidencia en su vida -algo que no me parece extraño tratándose de un tipo tan genial- es la insatisfacción. Arlt vivía con un grado de insatisfacción tremendo, que se notaba en eso de quejarse porque no le daban bolilla. Otra de las cosas que recorre como base el perfil es esa idea de Arlt como inventor de sí mismo, de su propia leyenda, que no quiere decir que sea un mentiroso. Él fue el inventor de su vida, de una manera de ejercer el periodismo.

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- ¿Te sorprendió algo en la investigación?

- Me sorprendieron mucho, claro que no es un descubrimiento mío, las referencias a su obra que se publicaban porque estaba convencida, como casi todo el mundo, de que Arlt había sido ninguneado. Sin embargo, descubrí a un tipo que era el periodista y el escritor estrella de la época. También me llamó la atención esa idea de Arlt como el bohemio que se la pasaba de bar en bar. Escribía una columna por día, tomar conciencia de eso me dejó paralizada. El tipo era una bestia de laburo, tenía una disciplina mortal.

- ¿Cambiaste los demás perfiles del libro?

- No. Todas las versiones que están en el libro son las que fueron publicadas. El 50% son más largas. Pero no volví a verlos porque para mí es el acabose. De hecho, los textos no son demasiado antiguos porque en la escritura más allá del 2002 difícilmente me reconozca.

- En el último tiempo fuiste reconocida con el premio González-Ruano de Periodismo y por Mario Vargas Llosa, que escribió una hermosa columna sobre tu trabajo. ¿Qué te significan estas cosas?

- Lo de Vargas Llosa me produjo una sorpresa infinita. Estaba en mi casa y me llamaron a los gritos para felicitarme y yo no entendía nada. Lo del premio fue un mes después y ni siquiera había postulado yo el texto. Siento mucho agradecimiento ante todo, pero también un poco de confusión. A veces pienso: "Perdón, ¿soy yo?, ¿es a mí a quien están llamando?" Me sigue sonando raro y me encanta. Todo el tiempo tengo la sensación de que esto recién empieza. Todas estas cosas que pasan las vivo como si fuera la primera vez que me publican un relato en Página/12. Me siento increíble.

© LA GACETA

Por Dólores Caviglia

PARA LA GACETA - BUENOS AIRES





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