20 Enero 2015
Roger Federer
MELBOURNE.- Está dispuesto a “congelar” a sus rivales de generación y a aquellos 10 o 12 años más jóvenes: Roger Federer pretende detener el tiempo para conquistar el Abierto de tenis de Australia y alzar así su décimo octavo trofeo de Grand Slam. “Estoy sacando más fuerte y consistentemente que nunca”, admitió el suizo de 33 años y padre de cuatro hijos, feliz de que se lo vea como favorito en el torneo, pese a que no gana un grande desde julio de 2012 en Wimbledon.
La temporada 2014 se cerró con cuatro campeones diferentes en los torneos de Grand Slam, y dos de ellos debutantes: el suizo Stanislas Wawrinka en Australia y el croata Marin Cilic en el US Open. Con jóvenes hambrientos y sin ganas de esperar como el búlgaro Grigor Dimitrov, el japonés Kei Nishikori o el canadiense Milos Raonic, podría pensarse que Federer pierde espacio.
Está, además, el serbio Novak Djokovic, que busca su quinto título en el Grand Slam que mejor lo trata. Y no se puede olvidar al español Rafael Nadal, un hombre capaz de todo, aunque pida que lo descarten por ahora.
Por eso los ojos están puestos en Federer. El suizo fue el mejor jugador en la recta final de 2014, viene de ganar en Brisbane y en los días previos a su debut se mostró sólido y brillante en sus tiros. Además, su debut no pudo ser mejor: venció al taiwanés Lu Yen-Hsun por 6-3, 6-2 y 7-5 desplegando un sólido juego.
A Federer ahora le cuesta cerrar los momentos clave en los torneos grandes. Fue así que perdió dos semifinales consecutivas del US Open ante Djokovic tras disponer de match points a favor. También que entregó en cinco sets la final de Wimbledon 2014 cuando la tenía encaminada.
Pero nunca se puede descartar a Federer, La combinación de una nueva raqueta y los consejos del sueco Stefan Edberg lo recuperaron para el gran nivel.
Diez meses atrás, el ranking mundial lo mostraba en el octavo puesto, consecuencia de un 2013 de dudas, dolores de espalda y malos resultados. Hoy, con más de 1.000 triunfos en el circuito profesional, Federer prepara su sexagésimo primer Grand Slam consecutivo con absoluta serenidad y relajación ante la posibilidad cierta de recuperar el número uno del mundo.
Que está feliz es evidente. En los entrenamientos insulta en alemán cuando no le sale el tiro que quiere y bromea en italiano con su circunstancial “sparring”.
El suizo cree que tiene una posibilidad cierta de sumar un nuevo Grand Slam y alejarse a cuatro a Nadal en la carrera que ambos libran por la historia. “Estoy jugando muy bien. Si es lo mejor de toda mi carrera, no lo sé del todo. Pero estoy muy satisfecho con cómo se desarrollaron las cosas en los últimos seis meses”.
La temporada 2014 se cerró con cuatro campeones diferentes en los torneos de Grand Slam, y dos de ellos debutantes: el suizo Stanislas Wawrinka en Australia y el croata Marin Cilic en el US Open. Con jóvenes hambrientos y sin ganas de esperar como el búlgaro Grigor Dimitrov, el japonés Kei Nishikori o el canadiense Milos Raonic, podría pensarse que Federer pierde espacio.
Está, además, el serbio Novak Djokovic, que busca su quinto título en el Grand Slam que mejor lo trata. Y no se puede olvidar al español Rafael Nadal, un hombre capaz de todo, aunque pida que lo descarten por ahora.
Por eso los ojos están puestos en Federer. El suizo fue el mejor jugador en la recta final de 2014, viene de ganar en Brisbane y en los días previos a su debut se mostró sólido y brillante en sus tiros. Además, su debut no pudo ser mejor: venció al taiwanés Lu Yen-Hsun por 6-3, 6-2 y 7-5 desplegando un sólido juego.
A Federer ahora le cuesta cerrar los momentos clave en los torneos grandes. Fue así que perdió dos semifinales consecutivas del US Open ante Djokovic tras disponer de match points a favor. También que entregó en cinco sets la final de Wimbledon 2014 cuando la tenía encaminada.
Pero nunca se puede descartar a Federer, La combinación de una nueva raqueta y los consejos del sueco Stefan Edberg lo recuperaron para el gran nivel.
Diez meses atrás, el ranking mundial lo mostraba en el octavo puesto, consecuencia de un 2013 de dudas, dolores de espalda y malos resultados. Hoy, con más de 1.000 triunfos en el circuito profesional, Federer prepara su sexagésimo primer Grand Slam consecutivo con absoluta serenidad y relajación ante la posibilidad cierta de recuperar el número uno del mundo.
Que está feliz es evidente. En los entrenamientos insulta en alemán cuando no le sale el tiro que quiere y bromea en italiano con su circunstancial “sparring”.
El suizo cree que tiene una posibilidad cierta de sumar un nuevo Grand Slam y alejarse a cuatro a Nadal en la carrera que ambos libran por la historia. “Estoy jugando muy bien. Si es lo mejor de toda mi carrera, no lo sé del todo. Pero estoy muy satisfecho con cómo se desarrollaron las cosas en los últimos seis meses”.
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