La perniciosa práctica de la quema de cañaverales

Ha hecho méritos más que suficientes para ocupar quizás un capítulo de la historia de Tucumán. Es una costumbre, desdichada para los tucumanos, que se repite año a año, pese a que cuenta con la reprobación de la mayor parte de la sociedad. La quema de cañaverales, durante la fase final de la zafra azucarera, oscurece el cielo, ensucia los ojos y el aparato respiratorio, y ocasiona accidentes mortales. En los últimos dos años, cinco personas fallecieron y 10 sufrieron lesiones diversas, como consecuencia del humo esparcido en las rutas, o de viviendas alcanzadas por el fuego, según registros de la Policía. La quemazón se extiende a menudo por kilómetros.

Los bomberos voluntarios padecen esta pesadilla entre agosto y noviembre, en particular. El jefe del cuerpo de Concepción dijo que tienen hasta 20 intervenciones por semana. “Los cañeros optan por incendiar la caña para evitar costos laborales. De esa manera no pagan para pelar la planta. Pero estos siempre responsabilizan a otros. Es verdad que a veces la quema es accidental, pero en un porcentaje mínimo. Las intencionales son las que prevalecen”, afirmó.

Según integrantes de la Cátedra de Salud Pública de la Facultad de Bioquímica de la UNT, que vienen estudiando este asunto desde 1998, lo más grave es que “a pesar de que hay una ley provincial que regula el problema, nadie hace nada concreto para combatirlo. No hay controles eficientes por parte del Estado; tampoco sanciones”. Indicaron que la dermatitis, la tos, la conjuntivitis, alergias y obstrucciones bronquiales se hallan entre las afecciones más frecuentes y señalaron como grave esta práctica porque la mayoría de los cañaverales y todos los ingenios están en zonas muy urbanizadas, de manera que la población prácticamente respira humo.

Una neumonóloga que investiga con su equipo este problema ambiental contó que en paísescomo Colombia, se realiza la cosecha verde, es decir, se aprovecha toda la caña como combustible, y rinde lo mismo que el bagazo; también se utiliza como forraje para animales. “De hecho, hace unos años, en medio de una gran sequía de la pampa gringa, quisieron comprar para darle de comer al ganado. No se pudo hacer negocio: la habíamos quemado”, afirmó. Sostuvo que es necesario desarrollar alternativas como estas, más rentables y menos dañinas.

La ley 6.253 prohíbe la quema de caña como método auxiliar de la cosecha. En enero de 2007, la norma fue modificada por la ley 7.459, por la cual los ingenios están impedidos de recibir caña quemada. El monto de la sanción por esta práctica se elevó entonces de $200.000 a $3 millones. en setiembre de 2009, se sancionó una iniciativa que establecía que quienes fueran hallados quemando caña de azúcar en pie, quedarían detenidos.

Se podría efectuar un relevamiento de las poblaciones que cuentan con campos de caña a su alrededor e intentar algún tipo de prevención para proteger a los moradores. Tanto el Gobierno como la Justicia han mirado para otro lado. No se conoce persona que haya recibido sanción efectiva por este delito, así como tampoco fábrica azucarera por recibir caña quemada. ¿Cuáles serán las razones por las que el Poder Ejecutivo de turno no ha logrado erradicar este delito a lo largo de tantos años? ¿Será que la salud de los tucumanos no les interesa a los gobernantes?

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