22 Enero 2017
EN WASHINGTON. Según cálculos, la “Marcha de las mujeres” ayer convocó a medio millón de personas.
WASHINGTON -La resistencia contra Donald Trump viste de rosa. Un día después de la toma de posesión del nuevo presidente de Estados Unidos, cientos de miles de personas con gorros de lana tejidos en ese color protestaron ayer contra él en Washington en una de las mayores manifestaciones de las últimas décadas en la capital.
La Marcha de las Mujeres iba a ser una protesta femenina y feminista contra un hombre que profirió comentarios machistas en la campaña y fue acusado de abusos, pero acabó rebasando ese marco y reivindicando ante el republicano los derechos civiles de minorías como los inmigrantes, la comunidad LGTB y la población negra.
En torno a medio millón de personas, según cálculos previos de la organización, clamaron contra Trump en un escenario con fuerte carga simbólica: el National Mall, la explanada en la que están los monumentos a George Washington y Abraham Lincoln. Allí pronunció Martin Luther King su famoso discurso en 1963 y allí tuvieron lugar las protestas contra la guerra de Vietnam en 1969.
Miles de personas tuvieron que ocupar márgenes y calles adyacentes al recorrido de unos tres kilómetros para poder marchar hacia las inmediaciones de la Casa Blanca, horas después de que allí se instalara el viernes Trump.
“En esta nueva era de tiranía no solo las mujeres estamos en peligro”, proclamó la cantante Madonna desde un escenario instalado cerca del Capitolio. “El día de hoy marca el inicio de nuestra historia. La revolución empieza aquí, la lucha por el derecho a ser libres, por ser lo que somos, por ser iguales. Marchemos juntos a través de esta oscuridad”, instó.
“Nuestra dignidad, nuestra naturaleza, nuestros derechos han sido atacados y una plataforma de odio y división tomó el poder ayer. Pero el presidente no es Estados Unidos. ¡ Somos Estados Unidos! Y estamos aquí para quedarnos”, proclamó la acriz de origen hondureño America Ferrera.
La manifestación tuvo réplicas en varias ciudades del país, pero hasta Washington se desplazaron ciudadanos de otros estados. “Hay derechos y valores en peligro y si queremos cambiar algo, tenemos que movilizarnos ya. Espero que esto sea el inicio de un activismo que se mantenga contra lo que quiere hacer Trump”, dijo a dpa Russell, de 32 años, de Filadelfia.
Por las mismas calles de Washington por las que en la víspera había desfilado el nuevo presidente, desde primera hora de ayer se habían visto grandes grupos de personas caminando con sus gorros rosas de lana hacia el punto de partida de la marcha.
Convertido en símbolo de la resistencia de género contra Trump, el gorro de lana rosa con dos orejas de gato, o “pussy hat”, remite a un juego de palabras, ya que “pussycat” es gatito y “pussy” es vagina, en la jerga peyorativa. El término alude a un audio de 2005 filtrado en la campaña electoral en el cual Trump aseguraba que “a las estrellas” las mujeres les dejan hacer lo que ellos quieran, inclusive “agarrarlas por la vagina”.
A la convocatoria de Washington se sumaron más de 600 ciudades de todo el mundo. En Londres, unas 80.000 personas participaron en una marcha hasta la céntrica plaza de Trafalgar, a la que se unió el alcalde laborista Sadiq Khan, con el apoyo de grupos como Amnistía Internacional (AI), Greenpeace y Oxfam.
La Marcha de las Mujeres iba a ser una protesta femenina y feminista contra un hombre que profirió comentarios machistas en la campaña y fue acusado de abusos, pero acabó rebasando ese marco y reivindicando ante el republicano los derechos civiles de minorías como los inmigrantes, la comunidad LGTB y la población negra.
En torno a medio millón de personas, según cálculos previos de la organización, clamaron contra Trump en un escenario con fuerte carga simbólica: el National Mall, la explanada en la que están los monumentos a George Washington y Abraham Lincoln. Allí pronunció Martin Luther King su famoso discurso en 1963 y allí tuvieron lugar las protestas contra la guerra de Vietnam en 1969.
Miles de personas tuvieron que ocupar márgenes y calles adyacentes al recorrido de unos tres kilómetros para poder marchar hacia las inmediaciones de la Casa Blanca, horas después de que allí se instalara el viernes Trump.
“En esta nueva era de tiranía no solo las mujeres estamos en peligro”, proclamó la cantante Madonna desde un escenario instalado cerca del Capitolio. “El día de hoy marca el inicio de nuestra historia. La revolución empieza aquí, la lucha por el derecho a ser libres, por ser lo que somos, por ser iguales. Marchemos juntos a través de esta oscuridad”, instó.
“Nuestra dignidad, nuestra naturaleza, nuestros derechos han sido atacados y una plataforma de odio y división tomó el poder ayer. Pero el presidente no es Estados Unidos. ¡ Somos Estados Unidos! Y estamos aquí para quedarnos”, proclamó la acriz de origen hondureño America Ferrera.
La manifestación tuvo réplicas en varias ciudades del país, pero hasta Washington se desplazaron ciudadanos de otros estados. “Hay derechos y valores en peligro y si queremos cambiar algo, tenemos que movilizarnos ya. Espero que esto sea el inicio de un activismo que se mantenga contra lo que quiere hacer Trump”, dijo a dpa Russell, de 32 años, de Filadelfia.
Por las mismas calles de Washington por las que en la víspera había desfilado el nuevo presidente, desde primera hora de ayer se habían visto grandes grupos de personas caminando con sus gorros rosas de lana hacia el punto de partida de la marcha.
Convertido en símbolo de la resistencia de género contra Trump, el gorro de lana rosa con dos orejas de gato, o “pussy hat”, remite a un juego de palabras, ya que “pussycat” es gatito y “pussy” es vagina, en la jerga peyorativa. El término alude a un audio de 2005 filtrado en la campaña electoral en el cual Trump aseguraba que “a las estrellas” las mujeres les dejan hacer lo que ellos quieran, inclusive “agarrarlas por la vagina”.
A la convocatoria de Washington se sumaron más de 600 ciudades de todo el mundo. En Londres, unas 80.000 personas participaron en una marcha hasta la céntrica plaza de Trafalgar, a la que se unió el alcalde laborista Sadiq Khan, con el apoyo de grupos como Amnistía Internacional (AI), Greenpeace y Oxfam.
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