Del “Santo” o del “Decano”, macrista o K, el amor puede superar las diferencias

Hoy se celebra el Día de los Enamorados y se plantea una duda: ¿puede el amor superar diferencias políticas o deportivas, entre otras? Cuatro tucumanos dan sus testimonios.

Del “Santo” o del “Decano”, macrista o K, el amor puede superar las diferencias

Existe el dicho de que “los polos opuestos se atraen”. Pero esta frase que llegó a inspirar libros y películas ¿se aplica en la vida cotidiana? ¿Puede perdurar una relación con personas que piensan de manera totalmente distinta? Dos parejas tucumanas te cuentan por qué el amor puede superar diferencias políticas, deportivas y de muchos otros tipos.

Hoy se celebra el Día de los Enamorados ¿El motivo? San Valentín era un sacerdote de Roma, donde el emperador decidió prohibir la celebración de matrimonios para chicos jóvenes, porque -según él- los solteros sin familia eran mejores soldados. El religioso consideró el decreto injusto y empezó a celebrar matrimonios en secreto. Cuando las autoridades se enteraron, lo encarcelaron. Fue ejecutado 14 de febrero del año 270. La Iglesia Católica designó el 14 de febrero de 494 como el día oficial de San Valentín. De hecho, la festividad fue incluida en el calendario litúrgico y se la celebró durante 15 siglos. En 1969 el Concilio Vaticano II lo eliminó del calendario. Y pasó a ser una fecha con santo pero sin celebración. Igual, ya era tarde: la fecha se había instalado en distintos lugares del mundo como la fiesta del amor.

Estar en pareja podría representar un desafío o un reto.  Así lo demuestran Graciela Pedraza, de 68 años y Ramón Guevara, de 66 (fotos superiores). Llevan 45 años juntos y en su casa, a diario se disputa un clásico tucumano: ella es de Atlético y él, de San Martín.

Del “Santo” o del “Decano”, macrista o K, el amor puede superar las diferencias

Coinciden en que la clave para mantener una relación tanto tiempo es el respeto. “Confiamos en el otro y tenemos la mente abierta”, asegura Graciela. “Lo más importante es el respeto mutuo, trabajar mucho y vivir sin mentiras. Gracias a eso pudimos formar una familia muy linda, dos hijos y ya estamos llenos de nietos”, agrega Ramón.

Aseguran que son muy distintos en todo y que si fuera de otra manera se aburrirían ¿Cómo se organizan para ir a la cancha? Graciela recordó que, al principio habían acordado acompañarse mutuamente. “Finalmente, nuestros hijos se definieron y desde entonces, yo voy directamente con uno de ellos. Siempre voy a querer que pierda San Martín”, admite entre risas.

Para que funcione una relación con “polos opuestos” debe existir una comunión de valores personales, compromiso y madurez emocional. Las diferencias pueden resultar un imán en el momento de entablar una relación.  Ya no es extraño observar parejas que, a simple vista, resultan desparejas.

Más allá de las diferencias deportivas, hay otras que entre los argentinos suelen separar a las personas más que unirlas. Entre ellas se encuentra la política. Pero Lucía Gordillo, de 37 años, y Marcos Robert, de 40 demuestran lo contrario: están juntos hace 10 años a pesar de que Lucia apoya la candidatura de Mauricio Macri y Marcos, a Cristina Fernández.

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“Ponernos de acuerdo es complicado, pero lo logramos, después de todo. Hay que aprender a escuchar al otro y aceptar las diferencias”, reflexionó Lucia.

La base de esta pareja es el trabajo en equipo. Lucia comentó que lo que más admira de su esposo es su buen humor y su espíritu trabajador. “Siempre tiene ganas de hacer cosas, siempre mira para adelante”, contó.

“Me gusta todo de Lucía, es una persona con mucho dialogo”, respondió Marcos. “Siempre va a haber conflictos en una relación. Es imposible que todo sea color de rosas, eso es mentira. Diferenciamos la discusión de la pelea y contamos el uno con el otro siempre. A pesar de las peleas”, agregó.

Para ellos, el amor significa estar en los pequeños detalles. Su hijo -que acaba de cumplir un año- es la mayor muestra de amor que los une.

Del “Santo” o del “Decano”, macrista o K, el amor puede superar las diferencias

Tampoco acostumbran a celebrar el 14 de febrero. “Tengo un problema porque Marcos nunca en la vida se acuerda de nada, ni de los cumpleaños. Yo siempre hago sorpresas o regalos. El otro día quería una gaseosa y demoro una semana y media en llegar”, confesó Lucía. Ante el “pase de factura” de su esposa, Marcos aseguró -entre risas- que este año si lo van a festejar.

Punto de Vista

En amor y sus infinitas versiones

Graciela Jatib, licenciada den Filosofía

El varón del tango le llamaron a Julio Sosa, un cantante que deleitó con estrofas que versaban: “Yo anduve siempre en amores… ¡qué me van a hablar de amor”. En la historia existen hechos que han develado la interioridad de los sujetos con respecto al arte del amor. “Donde quiera que ella estaba, estaba el Paraíso” así, con esas palabras, Mark Twain finaliza el Diario de Adán y de Eva. O los más actuales versos de Jorge Luis Borges: “El nombre de una mujer me delata, me duele una mujer en todo el cuerpo” no constituyen menores atisbos de que por amor se vive y se muere.

Nos animamos a pensar  que el amor es el sentimiento que alimentó más que ningún otro la pluma de los artistas, poetas, escritores y filósofos. También es, posiblemente, el tema que más se panderetea por el diván de los psicólogos, el que llena los anuncios como “uno y desuno parejas en 24 horas” y el que desata una contienda de reacciones de esta tradición heredada de “yanquilandia”.

La industria del amor y del enamoramiento, la forma de festejar fluctúa del romanticismo a la chabacanería, del misticismo al fetichismo, de lo sagrado a lo profano y de lo clásico a lo inusual y disparatado. Amores legales y prohibidos, amores pasajeros y eternos, amores unidos por el espanto; o enmarcados por odios. Amores que colapsan y enardecen las redes sociales, que instan a “bloqueos” y a permanecer en “modo avión”, a “notificaciones silenciadas”, cambios en las fotos de perfil y en los estados de WhatsApp. Amores criminales que engrosan la lista de los femicidios, con el presupuesto machista y perverso de la posesión diabólica, amores cuyo nivel de obsesión dieron nombre a películas; amores que se han librado del corsé de la heterosexualidad para respirar la libertad del amor en todas sus formas; amores que han durado lo que canta un gallo o amores que han atravesado vidas y han sido separados por la muerte.

Hablar del amor es quizás parafrasear a San Agustín:“Cuando no me lo preguntan, lo sé; cuando me lo preguntan…ya no lo sé”. El amor rompe paradigmas y, pone a los seres humanos en una dimensión que se parece mucho a lo que ha dado en llamarse felicidad. Personalmente, descreo de las celebraciones populares impuestas por un imperio foráneo que quiere arrebatarnos nuestra idiosincrasia, pero brindo por el amor en todas sus formas y anhelo que pueda convertirse en realidad aquello que expresó John Lennon “hagamos el amor y no la guerra”, no en el marco del “amor libre” sino en el de una humanidad que renazca a valores permanentes y abandone los odios y las diferencias.

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