Caballos criollos: “En el campo, son irremplazables”

Antonio y Brígido Ibarreche proyectan el desarrollo 
de la raza en su cabaña.

YANTA PAYANA. El macho Bagualero fue galardonado en el año 2007. GENTILEZA YANTA PAYANA YANTA PAYANA. El macho Bagualero fue galardonado en el año 2007. GENTILEZA YANTA PAYANA
25 Mayo 2019

En Yanta Payana, voz quechua que significa “Monte donde se junta leña”, y/o “Juntadero de leña”, se crían caballos desde siempre. Mi familia, desde la primera mitad del siglo XIX, usaba estos campos como centro mulero por excelencia, donde los mulares eran para traccionar carros cañeros, malacatear en los cargaderos de caña de azúcar, y como silloneros, para largos arreos con hacienda que la familia criaba en Leales e invernaba en Simoca. Las manadas fueron seleccionadas en 150 años, y eso impidió desviaciones genéticas con su correlato morfológico positivo”, explica el ingeniero zootecnista Brígido Ibarreche, quien junto a su padre, el arquitecto Antonio Ibarreche, dirigen la cabaña.

“Nuestro prefijo, Yanta Payana, data en la Sociedad Rural Argentina desde la segunda mitad de los años ‘70, pero la irrupción de reproductores registrados, en nuestros campos, tiene más de 60 años”, describe. Cabaña es sinónimo de selección seria, rigurosa y sin concesiones, sustento fundamental de la permanencia en el tiempo de la calidad, tanto morfológica como funcional, que nos llevó años lograr, como así también un “tipo” de caballo distintivo, acorde con nuestro concepto de la estética de las piezas, que nos proponemos conseguir, agregó Brígido, un apasionado del criollo.

El caballo criollo debe ser guapo, marchador, equilibrado morfológicamente, manso pero no sobón, longevo, sano, ágil e inteligente, buscando siempre que responda en las tareas integrales del campo, para las cuales se lo requiera permanentemente, siendo casi únicos e irremplazables para este tipo de trabajo, advierte. Por estas características, también están incorporadas a las actividades recreativas de “tiempo libre”, como hoy, cuando se busca una mejor calidad de vida, aprovechando los momentos de esparcimiento, señala.

El caballo criollo es fuertemente solicitado para exponenciar sus funciones en las pruebas de riendas, tanto en las históricas pruebas “Felipe Z. Ballester” y “C. Dowdall”, como así también en las actuales “Aparte Campero” y “Corral de Aparte”; la “Prueba Anual de Resistencia y Marcha”, que es nuestra prueba insignia, y la prueba brasilera “Freno de Oro”.

El esfuerzo de la ACCC -creada en 1923 por los pioneros de la raza- y los criadores actuales, despunta un tiempo nuevo, al solicitar a la Raza Criolla, en un horizonte sin techo, nuevos requerimientos integrales, propios de su genética y su desarrollo, describe Antonio Ibarreche.

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