Elecciones 2021: “los discursos de odio impiden el debate”

Las redes sociales son el lugar en donde se conversa y debate sobre la actualidad en todo el mundo. Una investigación Asociación Civil Comunicación para la Igualdad desentraña este fenómeno.

OBSERVACIONES. Ludmila Fernández López explicó que muchas activistas abandonaron las redes sociales por el nivel de agresión de los mensajes.  OBSERVACIONES. Ludmila Fernández López explicó que muchas activistas abandonaron las redes sociales por el nivel de agresión de los mensajes.

En abril, la joven legisladora Ofelia Fernández decidió cerrar su cuenta personal en Twitter. Según publicaron medios nacionales, no existió motivo aparente para que la legisladora que cumplirá 21 años decida no utilizar más su cuenta -desde la cual siempre había sido muy activa- aunque en reiteradas oportunidades había denunciado los cuestionamientos y hasta insultos que recibía de muchos usuarios.

En una entrevista que brindó al diario El País, en febrero pasado, dijo: “Twitter me gusta, podría ser mi red favorita porque ofrece una buena síntesis de lo cotidiano, pero cada vez que lo abro leo cosas horrorosas sobre mí”. Actualmente solo mantiene en esa red social el perfil Ofelia Fernández Legislatura, en el que generalmente se republican mensajes políticos como los comunicados del Frente de Todos y el Frente Patria Grande a los cuales pertenece.

Tiempo antes, la situación de muchas referentes en cuestiones de género había sido similar. Por esto, la Asociación Civil Comunicación para la Igualdad realizó una investigación: ¿Es posible debatir en medio de discursos de odio? Se buscó entender por qué muchas referentes feministas decidieron abandonar los debates en redes sociales, principalmente en Twitter, la red social más “política”, si se quiere.

El estudio, que abarcó a los países del Cono Sur de América Latina Argentina, Uruguay, Chile y Paraguay y abordó las características del debate público que están liderando activistas feministas de esos cuatro países en todos los ámbitos, con especial énfasis en la red social Twitter.

“La investigación surge de nuestra preocupación al observar el empeoramiento en la calidad del debate público de los feminismos los últimos años”, explicó a LA GACETA Ludmila Fernández López, licenciada en comunicación social y máster en estudios de género quien participa de la Asociación Civil.

- ¿Cómo se reconoce un “discurso de odio”?

- Hay dos grandes formas: la más institucionalizada que es la que se ha consensuado en tratados internacionales que tiene que ver con los mensajes de violencia extrema que promueven a su vez más violencia y apuntan a grupos históricamente reprimidos: mensajes racistas, misóginos, antifeministas. Y también la que conocemos todo: cualquier mensaje agresivo, discriminatorio o estigmatizante que circula a un clic de distancia desde el celular en redes sociales y medios tradicionales.

- ¿Qué observaron en cuanto a las discusiones en redes sociales y el discurso de odio?

- Básicamente que los discursos de odio impiden el debate. Trabajamos especialmente el tema de la comunicación y el género y observamos, desde hace un tiempo, que estos mensajes violentos obturan el debate, la conversación pública y el cyber activismo que se puede dar de parte de los movimientos feministas.

- ¿Por qué sucede esto?

- Durante las entrevistas observamos que la proliferación de mensajes hizo que muchas mujeres dejen de participar y se replieguen, se alejen de dar una opinión o lanzar una consigna en Twitter o participar de un programa de TV porque saben que se encontrarán con alguna otra persona que maneja ese tipo de discurso. ¿Cuál es la libertad de expresión cuando recibo cuentos de mensajes de odio por día?

- ¿Quiénes generan esos mensajes de odio?

- Existen dos grandes maneras. Por un lado los trol y otros los bot, que no son lo mismo. Un trol es una persona real y física que está detrás de una cuenta o de muchas que son falsas porque no reflejan la identidad de una persona. La persona que “trolea”, un término que heredamos del inglés- no solo escribe con insultos o rebajando a la persona. Puede también llenarte la casilla o notificaciones de mensajes misóginos y tras fóbicos día a día. No conversa o hace contrapunto con tu idea, sino que repite mensajes agresivos y eso se replica luego en una acción coordinada y masiva con otros trols. Mientras que bot, que viene de robot, hace referencia a las cuentas falsas que se conocen como granjas o bodegas y que se crean con tecnología. Hay un usuario que por lo general tiene un nombre creado por números o letras, y genera una oleada de mensajes automáticos y menos personales que, por lo general, son más violentos.

- ¿Hacia dónde va, entonces, la conversación y el debate virtual?

- No hay afirmaciones cerradas en esto. La virtualidad abarca muchos aspectos de nuestra vida. Las marchas que convocábamos virtualmente para hacerlas realidad, hoy se hacen solo de manera virtual. La investigación abarca de 2018 a 2020 y observamos ese repliegue especialmente durante la pandemia, pero no tiene que ver con eso. Efectivamente observamos que se conversa menos y que cada vez más estamos metidos en burbujas en donde la observación y aprobación de los pares, que piensan igual que uno, se destaca. Yo escribo un mensaje y recibo corazoncitos de quienes piensan igual.

- ¿Qué consideran que se puede hacer al respecto, para que las redes sean un espacio de dialogo, aprendizaje y crecimiento en el respeto al pensamiento del otro?

- Nosotras promovemos el auto cuidado y la preservación ante todo. Está perfecto decidir bloquear a las personas que te atacaron pero como analista y comunicadora, veo que está pasando eso y que no es positivo. Muchas personas públicas no leen ni las notificaciones porque se sintieron agredidas. Este informe deja mucho para pensar. Podemos analizar cada red social porque cada una tiene sus reglas. Pero principalmente creemos en el cambio cultural, pensar en una sociedad en donde cuidemos el debate, la conversación para seguir intercambiado ideas y avanzar como sociedad.

Algunos datos de la investigación:

100 % de las activistas feministas recibió violencia en redes sociales.

50 % de ellas redujo el dialogo con estos sectores en relación o dos años atrás debido a la violencia.

Entre el 30 % y 60 % de los usuarios dejó de leer notificaciones, a partir de las agresiones recibidas.

100 % cree que los discursos violentos deberían moderarse o prohibirse.

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