Este 2024 al que le faltan 22 días para terminar ha transcurrido con una dinámica pocas veces observadas, en el que el ajuste fiscal ha sido una de las anclas para mantener a flote las medidas instrumentadas por el presidente, Javier Milei, para enderezar el rumbo macroeconómico de la Argentina. El 19 de noviembre de 2023, Milei conquistó las urnas con una promesa contundente: atacar el déficit fiscal con un drástico recorte del gasto público. Su característica “motosierra” no solo apuntó a sanear las cuentas del Estado, sino que convirtió el equilibrio fiscal proyectado para fines de 2024 en el pilar central sobre el que descansa la confianza en su gestión.

En 2024 esta administración logró un hito que parecía imposible: regresar el resultado primario a terreno positivo por primera vez en 15 años. Y no solo sorprendió el cambio signo sino también la magnitud. Es que la diferencia entre ingresos y gastos antes de intereses sería del 1,5% del Producto Bruto Interno (PBI) detalla GMA Capital. De manera similar, hubo un giro de 180 grados en el resultado financiero. Mientras que 2023 marcaba un déficit fiscal de 4,4% del Producto, este año tiene todo para cerrar en equilibrio. Los gastos de capital fueron lo que más se redujeron, propio de la eliminación de la obra pública, sumado al gasto en prestaciones sociales. Ambas partidas aportaron un 70% a la reducción de las erogaciones, detalla GMA.

Los ingresos no corrieron la misma suerte que en otros mandatos. Es que se mantuvieron prácticamente sin cambios de un año a otro debido a la gran caída de la actividad económica.

La otra arista del éxito de política económica, acota el economista Nery Persichini, se vio en el apartado monetario. Es que el trabajo que tuvo Santiago Bausilli desde el Banco Central fue el de desactivar la “bomba” de pasivos remunerados (Leliqs y Pases), que, a fines de noviembre de 2023, triplicaban la base monetaria. El peligro cuasifiscal pasaba por el hecho de que, con una tasa en 133% (nominal anual), honrar las deudas habría implicado duplicar la base monetaria en tan solo 60 días.

Así, el nuevo marco monetario comenzó con el cierre de la canilla de la emisión de pesos. Este canal había explicado más de 25% del PBI entre 2020 y 2023. En concreto, se transfirió la deuda del Central al Tesoro, primero desde pases hacia Lecaps. Luego hacia las denominadas LeFi, por alrededor de $ 20 billones. Así, los intereses pasaron a ser abonados por el Ministerio de Economía mediante el superávit del sector público. Conjuntamente, se fijó un límite a la expansión de la base monetaria ampliada en $ 47,8 billones, con el objetivo de transformar al peso en la moneda escasa.

Otras dos anclas

Con la intención de corregir las distorsiones derivadas del atraso cambiario heredado, el 13 de diciembre de 2023 el Gobierno implementó un nuevo esquema que inició con una devaluación del peso superior al 50% y el establecimiento de un ancla cambiaria basada en un crawling-peg (devaluación controlada) del 2% mensual.

El ajuste implicó un tipo de cambio real un poco más competitivo, lo que le permitió al Central comprar divisas y conseguir un superávit en la cuenta corriente, crucial para generar un flujo de divisas en un contexto de escasez. Así, las reservas internacionales netas, que se ubicaban en U$S 11.189 millones en negativo previo a la devaluación, actualmente son iguales a U$S 4.918 millones (metodología FMI). A su vez, esta estrategia aceleró la normalización del acceso de los importadores al Mercado Libre de Cambios, uno de los objetivos principales de la Fase 1 del plan económico.

En la Fase 2, recuerda GMA Capital, los dólares financieros retrocedieron y la brecha cambiaria, que había alcanzado 45% a mediados de año, se redujo a menos de un 4%. No obstante, el tipo de cambio real regresó a niveles previos a la devaluación, reflejando un fortalecimiento buscado por las autoridades. En pocas palabras, quien apostó al dólar en 2024, perdió.

Producto de la devaluación de más de un 50% al inicio del mandato y la liberación de muchos precios de la economía, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) escaló el 71,4% en el trimestre diciembre-febrero. Así, la inflación interanual en abril alcanzó el 289,4%, para luego comenzar a bajar mes a mes. Pero la coyuntura hoy es diferente y prácticamente inédita: la inflación ronda el 3% mensual gracias a las anclas fiscal y cambiaria, y el saneamiento del Central. Las expectativas de inflación se modificaron drásticamente, observa Persichini.

El mercado observó este comportamiento de la Argentina. Este renovado sentimiento inversor se vio en el riesgo país. Hace un año el índice elaborado por el JP Morgan se ubicaba en 1.958 puntos, con paridades de bonos Hard Dollar en torno al 35%. Mientras tanto, hoy el riesgo argentino se ubica en 750 puntos, valores no vistos desde el primer semestre de 2019. De sostenerse, esto podría cambiar la reputación de la Argentina y, así, al país se le abriría el mercado voluntario de créditos externos.