La necesidad permanente del ser humano por alimentarse lleva a que los productores de alimentos busquen y tengan a mano los medios y las herramientas necesarias para lograr producir eficientemente, a menores costos, aumentando los rendimientos por unidad de superficie, pero cuidando de diversas maneras el medio ambiente.

La falta cada vez mayor de tierras cultivables y las cambiantes condiciones climáticas que afectan a los cultivos en diversas partes del mundo, hacen que el uso de nuevas herramientas biotecnológicas pase a ser indispensable para seguir produciendo y no desaparecer en el intento.

En nuestra región, pero particularmente en nuestra provincia, estos dos parámetros -falta de tierras que ya no hay y los cambios climáticos que nos afectan desde hace tres campañas, con sequías y altas temperaturas- llevan a que la biotecnología sea ya una gran necesidad.

Por suerte, los tucumanos disponen de muchas de esas herramientas en diversos cultivos e hicieron que el sistema productivo diera un gran salto con el uso de esas estrategias tecnológicas desde la década del 80 a la fecha.

Un informe recientemente publicado por el Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (Isaaa, por sus siglas en inglés), indicó que más de 18 millones de agricultores, en 27 países, sembraron 175 millones de hectáreas de cultivos transgénicos en 2013, cinco millones más de hectáreas que el año anterior.

Liderazgo

Estados Unidos continúa siendo el líder global en la adopción de cultivos genéticamente modificados (GM), con 70,1 millones de hectáreas, un 40% del total, seguido por Brasil y Argentina. De los 27 países que sembraron cultivos GM, 8 fueron industrializados y 19 fueron países en vías de desarrollo.

Fue el segundo año en el que los países en desarrollo han cultivado más hectáreas de cultivos transgénicos que los países industrializados.

Según el informe realizado por el Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (Isaaa), más del 90% de los agricultores que cultivaron transgénicos fueron pequeños productores de bajos recursos. Además, cerca del 100% de los agricultores que prueban los cultivos transgénicos lo continúa haciendo año tras año, lo que demuestra su confianza en los productos de la biotecnología y en los beneficios que brindan.

Sin duda que uno de los factores que hoy preocupan a muchos productores es el cambio en el clima, principalmente, con la presencia de ciclos secos en diferentes regiones del mundo y en nuestro país.

La tolerancia a la sequía es un desarrollo importante, dado el enorme impacto que tiene ese fenómeno natural en la productividad de los cultivos, exacerbado, además, por el cambio climático.

Maíz y caña transgénicas

En la zona afectada por la sequía del cinturón maicero de los Estados Unidos, aproximadamente unos 2.000 agricultores cultivaron cerca de 50.000 hectáreas del primer maíz transgénico tolerante a sequía.

Además, Indonesia desarrolló y autorizó la plantación comercial de la primera caña de azúcar tolerante a sequía, con planes de comercializarla en 2014.

La tecnología del maíz transgénico tolerante a la sequía ha sido donada por sus desarrolladores a África, a través del proyecto WEMA (Water Efficient Maize for Africa), una iniciativa público-privada a desarrollarse en 2017.

Ejemplos de nuevos desarrollos hay muchos y de gran beneficio para diferentes países, como el algodón, el maíz y el arroz para China.

Los agricultores en América Latina, Asia y África, en conjunto, cultivaron el 54% de las hectáreas de cultivos transgénicos. Durante el año pasado, el desarrollo fue encabezado por los países en desarrollo, principalmente, Brasil y Argentina. El país mantuvo su tercer lugar, con 24,4 millones de hectáreas, sembrando casi la totalidad de la superficie de maíz, algodón y soja con variedades GM.

Lo bueno fue que diferentes países siguen han aprobado el uso de esas herramientas en sus territorios, como la berenjena resistente a insectos en Bangladesh en el año pasado; la caña de azúcar tolerante a sequía en Indonesia; y el maíz transgénico en Panamá.

Además, el uso de los cultivos transgénicos trae beneficios para la seguridad alimentaria, la sustentabilidad y el ambiente a través de la disminución de los costos de producción, el aumento de la productividad de los cultivos y la disminución en la aplicación de fitosanitarios.

Es por ello que es importante que nuestra legislación procure proteger a los investigadores y empresas que obtienen nuevos eventos biotecnológicos, ya que, al fin y al cabo, los beneficiarios son los productores que utilizan esas herramientas y los habitantes que consumen los productos.