La tucumana Andrei Fernández lleva los tejidos wichí de Tartagal a Berlín

La artista encara nuevos proyectos en Europa, mientras se radica en Villa Muñecas. “Textiles semilla” se inaugura en octubre en un museo alemán. La especificidad de los tejidos parten del dominio de un alfabeto visual, explica. La yica.

rcultural expuso obras de la cultura indígena. En la foto, junto a Gabriel Chaile.  GENTILEZA ANDREA FERNÁNDEZ rcultural expuso obras de la cultura indígena. En la foto, junto a Gabriel Chaile. GENTILEZA ANDREA FERNÁNDEZ

Los cruces de un espacio a otro (físicos y conceptuales), la oscilación y el nomadismo son marcas de época que han sido estudiadas por algunos autores italianos desde los años 80.

Se puede escribir que Andrei Fernández pasó de Villa Muñecas a Salta, específicamente a Tartagal, y estudiando y trabajando con la cultura wichí (ella indica que se acentúa en la última vocal), llevó la misma a Alemania, Reino Unido, Paraguay y hace unos meses a la misma Bienal de Venecia, elegida por el curador general de la muestra internacional, Adriano Pedrosa.

El diario español El País cita a Silät al señalar que es la primera vez que hay una participación indígena argentina en la Bienal de Venecia, colectivo que tiene la curaduría de Andrei Fernández.

Y regresó a Villa Muñecas a instalarse en la casa materna, aunque en octubre tiene previsto un nuevo trabajo en Berlín.

Por estos días fue uno de los jurados del Salón de Arte Contemporáneo de la UNT.

En una extensa entrevista con este columnista en un bar de la calle Santa Fe al 700, las palabras decolonial, ‘políticamente correcto’ recorren sus respuestas, avisada, claro está, de cómo los europeos observan “lo extranjero”; lo “extraño”, lo que en otros años se llamaba lo exótico.

- Has cambiado tu vida desde no hace mucho tiempo...

- Nos vimos en 2017 en un conversatorio y desde entonces, estudiando y viviendo en Tartagal, con poco o nada de exposición pública, me tocó la puerta prácticamente una investigadora alemana pidiendo que muestre lo que estudiaba en Berlín. Fue una producción muy generosa, con gran presupuesto. Y desde allí me conocieron otros artistas que me invitaron a hacer otras curadurías. Desde entonces trabajo en esto y en los textos con mi amigo Gabriel Chaile, con quien comparto mucho. Hace poco estuvimos trabajando en Escobar (Buenos Aires) en el nuevo museo que abrirá el Malba allí en septiembre y donde Gabriel tendrá un pabellón, con las obras que compró en la Bienal de Venecia Eduardo Costantini. Es todo de vidrio…vivimos una experiencia distinta esos días. Se ha formado allí una ciudad cerrada.

ENTREVISTA. En octubre regresará a Berlín con “Textiles semilla”. ENTREVISTA. En octubre regresará a Berlín con “Textiles semilla”.

- ¿Este proceso cómo se inició?

- En 2017 tuve un proyecto y fui a vivir a Santa Victoria Este (Salta), era de economía social, estaba en el INTA en un programa pro huerta. Me instalé en Tartagal, conocí las artesanías y los proyectos comunicacionales, la investigación etnográfica. Comencé a mezclar con la curaduría de arte contemporáneo. Luego lo acompañé a Chaile, y escribo para él. Todo esto transformó mi actividad y como gestora interculural empecé a trabajar con los pueblos originarios, con los wichí, a participar en exposiciones. Y ahí llegó esta investigadora de Alemania que nos propuso mostrar en Berlín todo eso; el presupuesto era muy generoso. Solo pude viajar yo porque era el tiempo de la pandemia (pero estaba previsto que viajen algunas tejedoras). Y se trataba de que hagan lo que querían hacer, más allá de lo funcional, que el tejido sea más artístico más allá de lo funcional, contemplativo. Fue en 2020 y se llamó “La escucha de los vientos. Relatos e inscripciones del Gran Chaco”, con textiles, tejidos wichís, chané y videos de activistas del pueblo toba; al regreso se expuso en el Museo de Bellas Artes de Salta, en la edición de Bienalsur, que llevó la exposición al Museo del Barro (Paraguay). Luego regresé a Munich a dar charlas y encarar otro proyecto. El año pasado monté y curé Nitsäyphä que se realizó en Londres por invitación de una galería…Eso fue con Silät que es un grupo de tejedoras indígenas integrado por un centenar de mujeres de diferentes generaciones.

- ¿Qué tienen los tejidos wichís de particular?

- El principal fue la yica que es un bolso para cargar. Se usó mucho en otro tiempo en las mismas ciudades y ahora está volviendo el interés. Hay dibujos, geometrías, se trazan partes de un animal que tienen una carga simbólica, como los ojos del jaguar, las huellas de la lechuza, las orejas de mulitas. Los ojos del jaguar es querer poseer la mirada de cazadora. Las tejedoras tienen un alfabeto visual, signos que se aprenden y se repiten. Defienden esas formas, para mí es una manifestación de su identidad. Viven en Salta, Chaco y Formosa y al lado de Bolivia y en el último censo hay registrados 80.000 personas; pueden ser más. Ellos siguen hablando en su idioma y lo defienden, pero también saben español, los obligan sino no son considerados ciudadanos argentinas.

- Qué sigue ahora…

- Estamos trabajando con Alejandra Mizrahi una muestra que se llama “Textiles semilla”, que tendrá lugar en el museo etnográfico Humboldt Forum de Berlín. Se inaugura el 24 de octubre y llevamos el trabajo de decenas de tejedoras del norte, de territorios rurales. El programa del museo lo dirige Michael Dieminger. Este movimiento se genera como una expansión del aliento de mujeres organizadas que abrigan, traman y significan desde el trabajo artesanal. El proyecto se desarrolla fuera del museo pero gracias al museo. Vamos a llevar el trabajo de una serie de viajes, entrevistas y encuentros, con 12 grupos de tejedoras. También llevamos un libro con ellas, somos 22 autoras. Y luego vendrá también otra exposición en una galería de Londres.

- Hace unas semanas una artista tucumana llamó la atención sobre el extractivismo del arte contemporáneo de las culturas indígenas en una performance...

- Sí veo que ahora hay mucho interés y mucho manoseo, en copiar, pero no estoy en eso, no tengo contacto con esa tendencia. Trabajo con mujeres que vendían sus obras a 10 dólares y pasaron a venderlas a 20.000, y lo ganan ellas. Por supuesto la galería se queda con la mitad, así funciona el mercado. No siento que nadie se está aprovechando de ellas.

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