Esteban Domecq: “Argentina está a mitad de camino de la estabilización”

Según el economista, la batalla final que debe dar el gobierno de Javier Milei es para lograr la inflación cero. “Veo una salida lenta, que debería ser duradera”, dice

Esteban Domecq: “Argentina está a mitad de camino de la estabilización”

El economista Esteban Domecq, presidente de Invecq Consulting, sostiene que la Argentina está a mitad de camino en un  proceso de estabilización que tiene una batalla final: la inflación cero. Confía que en algún momento de 2025 brotará “una economía estabilizada, sin inflación, con equilibrio macroeconómico y que le permita estar en un sendero de recuperación y crecimiento sostenido en el tiempo, cosa que no ocurre desde hace por lo menos 12 años”. El académico y gurú financiero advierte que, “si la estrategia del plan económico no puede seguir recomponiendo la cantidad de dólares en reserva y sigue reduciendo el exceso de pesos, el levantamiento del cepo se comienza a estirar”. Domecq charló con LA GACETA antes de la disertación que ofreció ayer al mediodía en el salón del Centro de Defensa Comercial del Sur. El encuentro fue organizado por esta institución y la Federación Económica de Tucumán (FET). Estuvieron presentes el titular de esta última entidad, Héctor Viñuales, y el secretario de la anfitriona, Julio Delgado, entre otros empresarios e invitados especiales.

-¿Cuál es el análisis que hace de la coyuntura económica?

-A este año hay que entenderlo como el de transición macroeconómica. La Argentina comienza en diciembre a atravesar un puente en busca de la estabilidad afectada por una economía desequilibrada. Una herencia que está claramente descripta. Había una economía con una inflación subiendo fuertemente. Así el gobierno lanza un programa de estabilización muy fuerte en lo fiscal y en lo monetario-cambiario. Ahí la inflación, que sube en exceso, comienza a bajar y ahora está en un 4%. Es decir que en materia de estabilización hay un proceso que se encuentra avanzando y eso es positivo. En materia de actividad, ésta se resiente. De esta manera, hay una economía en dos velocidades: hay sectores que están volcados a lo externo, que están muy expansivos como el agro que se recupera de la sequía, la minería, el petróleo, el gas y también algo del turismo receptivo internacional que todavía fluye, la economía del conocimiento, de servicio financiero y el mercado inmobiliario. En cambio, hay otra parte que se resiente fuertemente y es justamente la volcada al mercado interno. La construcción, la industria y el comercio se resintieron en el arranque producto de la caída de los ingresos reales y algo del daño que acusó el mercado laboral.

-¿En qué etapa se está en este proceso?

-Argentina está a mitad de camino en el proceso de estabilización. Incluso quizás hemos pasado la mitad, pero hay una batalla final. Este segundo semestre la batalla es, luego de sincerar las variables, corregir y ordenar la cuenta pública y evitar una hiperinflación, alcanzar la inflación cero que ahora es del 4%. La actividad que entró en una fuerte recesión en el mercado interno, tiene que comenzar a salir. Es el desafío que se presenta por delante.

-¿La brecha cambiaria sigue condicionando el programa?

-El programa económico tenía tres operaciones macroeconómicas en simultáneo. La primera está en lo fiscal; dos, en el saneamiento del balance del Banco Central que es el tema peso y dólar, y la tercera contempla los precios relativos. Puntualmente el tema monetario-cambiario hasta mayo tuvo una dinámica: la brecha estaba en un 15 % con un tipo de cambio que permanecía en un proceso de apreciación, pero podía ser sostenible. En junio-julio tuvimos un principio de descarrilamiento del programa porque la brecha de 15% se fue a 40% y hasta llegó a los 60%. Con este desplazamiento del dólar mes a mes del oficial, con este crawling del 2%, esa brecha y una inflación más alta, se presentó un escenario  con un Banco Central que dejó de comprar dólares y un tipo de cambio que siguió apreciando; entonces apareció la tensión. Creo que ahí hay algo que resta resolver, en  el saneamiento del balance del Banco Central, que básicamente en el activo no tenía dólares y la reserva neta era negativa. Así en el pasivo estaba todo el peso de la economía. Se avanzó en el saneamiento, pero todavía falta. Eso explica que hoy tengamos una brecha que ahora cambió un poco a raíz de la modificación de la estrategia, pero que sigue en la zona del 35% y 45%. Además, el Central hace tres meses que no logra acumular reservas. Pero ahí hay algo que está faltando y creo que tiene importantes consecuencias, por ejemplo para los productores agropecuarios porque determina la paridad cambiaria.

-El ministro Luis Caputo alienta algunas expectativas en torno del levantamiento del cepo cambiario. ¿Es posible a corto plazo?

-Esa medida permanece muy supeditada al balance cambiario que está finito. Es cierto que este año Argentina va a tener un superávit comercial que puede llegar a los U$S 18.000 millones. Este es un dato positivo que hace muchos años no se veía. Representa la recuperación del agro, el efecto minería, petróleo y gas. Pero en la cuenta corriente, cuando hay que pagar servicios, tarjetas, intereses y lo demás, empieza a quedar ese monto mucho más finito, Pero, además, hay un blend exportador, que consiste en que los dólares que liquidan los exportadores al 20% se van al contado con liquidación. Así muchos de esos dólares del superávit del balance comercial no termina en el Banco Central. Si la estrategia del plan económico no puede seguir recomponiendo la cantidad de dólares en la reserva, y sigue reduciendo el exceso de pesos, el levantamiento del cepo se comienza a estirar. Esto es parte de un esquema que le está faltando al Gobierno, recomponer en el Central para comenzar un proceso que creo que va a ser gradual de la etapa de levantamiento del cepo, el que debería empezar prontamente. Ahora, ¿de qué cepo hablamos?. ¿Para que los argentinos comiencen a comprar dólares? No. Eso va a tardar muchísimo tiempo. Y es así porque el balance cambiario no da. Ahora hay determinadas restricciones cambiarias que se le hacen a las compañías, que necesitamos que inviertan y paguen importaciones en tiempo y forma, deberían ir flexibilizándose a corto plazo.

-¿Qué le espera en este marco de política macro-económica al ciudadano común?

-La Argentina está en un proceso de divergencia económica desde hace tres o cinco décadas más o menos. Desde los 70 hasta aquí, arrastra un retroceso económico relativo. Mientras el mundo avanza y las economías crecen, Argentina retrocede. En esos 50 años  solo en dos momentos pudimos encontrar etapas de crecimiento económico. Estas fueron entre 1991 y 1997, con pausa por el tequila de 1995; entre 2002 y 2011, con pausa en 2008. En todo el resto de los años la Argentina estuvo en recesión y retroceso. La inestabilidad macroeconomía da cuenta de una economía rota. La primera consecuencia de eso es el empobrecimiento estructural de la Argentina. A principios de los 70, la pobreza era del 5%; ahora es del 50%. En este contexto a 2024, con un nuevo gobierno, hay que entenderlo como un año de transición macroeconómica, con problemas estructurales y que además había finalizado 2023 con un principio de hiperinflación. En 2025 en algún momento va a venir una economía estabilizada, sin inflación, con equilibrio macroeconómico y con posibilidades de estar en un sendero de recuperación y crecimiento sostenido en el tiempo. Y esto no sucede  desde hace por lo menos 12 años.

-¿Frente a los  agobios que generan en la gente las dificultades económicas, la esperanza tiene fecha de vencimiento?

-La economía argentina no crece desde  2011. Esto es recesivo. La pregunta es ¿queremos resolver esto de fondo?, Las medidas tiene lamentablemente su costo en todos. Algunos pierden más y otros menos. Los frutos no creo que se vean mañana. Veo una salida lenta, pero que debería ser duradera. El mensaje que debe dar el gobierno es: paciencia porque aquí hay que corregir una economía que tiene numerosas capas de problemas estructurales. ¿No hay paciencia?. Entonces apuremos y salgamos de nuevo con distorsiones y desequilibrios. Así en dos años la economía va a estar cayendo de vuelta. En consecuencia la pobreza estructural seguirá creciendo. El  2024 no es una nueva realidad económica, sino la transición de una economía que vamos dejando atrás y otra que vamos a tener que llegar, pero para eso hay que cruzar el puente y el gobierno tiene que acertar el diagnóstico que creo que lo está haciendo,

-¿Los tarifazos y otras medidas que profundizan la recesión, no cree que conspiran contra la sustentabilidad del programa económico?

-La recomposición de las tarifas es nada menos que volver a pagar lo que pagábamos históricamente en los 80, 90 y principio de 2000. Es algo que pagábamos todos $ 100, tanto en la luz o el gas. De repente bajó a $ 70, $ 60, $ 30 y $ 10. Pero la trampa es que en realidad estábamos pagando $ 100, porque $ 10 se abonaba con nuestros bolsillos y $ 90 con la maquinita, la inflación y el empobrecimiento también. Entonces ahí hay un costo de corrección de variables de precios relativos que tiene un impacto directo, pero es  ni nada menos que el sinceramiento de algo que venía siendo de otra manera. La realidad se impuso y por eso creo que la gente voto lo que votó. Incluso con un gobierno que decía con una motosierra yo voy a corregir esto y aquello porque ya no va mas. Y asumió que esto iba a doler, pero dijo arréglalo. Ahí está el desafío La gente tiene esa percepción de bolsillos flacos, de recesión y  la frustración por la plata que no alcanza, pero perdura la  ilusión y la  esperanza de que debemos  entre todo arreglar esto. Y es natural que detrás de este fenómeno  de ilusión y esperanza, hay ansiedad. Creo que habría que transmitir paciencia porque esta es una operación compleja. Hay que dejar trabajar a los cirujanos en el quirófano y porque a la operación se la tiene que hacer bien. Y cuando salgamos del quirófano hay  que comenzar a caminar despacio, después más rápido, trotar y correr

-Usted previó desde un principio un efecto rebote en U de la economía, en vez de la V que aventuró el ministro Caputo...

-Hablo de una U abierta. Me imaginé una entrada vertical a la recesión y eso fue a fines del año pasado y hasta el primer trimestre de este 2024. Hubo una economía haciendo piso en marzo abril y después asomó una salida lenta. Y en esa salida, junio-julio comenzó a exhibir datos algo positivos. Podemos estar en los primeros pasos de un proceso de recuperación quizás también irregular. No veo una V corta, tampoco una economía en caída libre, ni mucho menos. Estoy viendo el salario y las jubilaciones que crecen mes a mes. Creo que se está empezando a dar los primeros indicios de una recuperación que ojalá se pueda afianzar con el tiempo.

Comentarios