

Lleva el pelo suelto, algo alborotado. Saco rosa y corbata al tono. Botas blancas. Así nos recibe, con una sonrisa enorme, Elizabeth Alderete. La diseñadora tucumana de 56 años hace una pausa en el trabajo en su atelier de Córdoba al 600, donde confecciona todo tipo de ropa. Está parada frente a un maniquí, acaba de dejar el centímetro de lado y los alfiles pinchados en un saco verde al que debe ponerle varios apliques. “Esto ya es para la temporada otoño-invierno”, nos cuenta. Sobre la mesa hay una pollera con flores y un blazer brilloso. El teléfono suena, pero ella no atiende. Este espacio, ubicado en un primer piso, es su lugar en el mundo, donde se desconecta de la realidad todas las tardes para prestar atención a cada detalle de las prendas que le encargan. Lo hace con la misma pasión que encontró a los 13 años.
De chica, cuando vivía en un campo de Leales, creció viendo a su abuela hacer arreglos en la ropa de toda la familia y de los vecinos. Cosía a mano. A Eli, como le dicen sus seres queridos, le fascinaba verla. Se largó haciendo prendas para las muñecas. Y cuando comenzó la secundaria quiso estudiar corte y confección. Pero no la dejaron. No le importó. A la mañana iba a la escuela común y a la siesta, a escondidas, concurría al taller donde enseñaban a coser.
A los 15 años tuvo su primer título de corte y confección. Y antes que la fiesta pidió que le regalaran una máquina de coser. Al principio le dijeron que no podían. Al final, sí le cumplieron el sueño. Desde entonces, no paró nunca de diseñar y de emprender cosas nuevas.
Pasaron más de cuatro décadas y tuvo que atravesar varias crisis en el medio. De tener su propia marca y cuatro locales, un día se quedó casi sin nada. Arrancó de cero haciendo arreglos exprés, cosiendo ruedos y colocando cierres. Hoy todavía combina ese servicio con el diseño de prendas que le encargan a medida y también se puso en onda con la última moda de los tiempos de crisis: modernizar y refaccionar prendas viejas o compradas en locales de segunda mano. En plena pandemia se
“El trabajo de la modista ha ido cambiando mucho con el correr de los años. El desafío es saber adaptarse a las necesidades de cada época”, remarca Eli. Hace unos días le hicieron un encargo muy especial. Un músico le pidió que le hiciera un blazer igual al que usó Charly García en varias ocasiones, desde 1987, para los conciertos de “Parte de la religión”. Se trata de un saco pintado a mano con representaciones del sistema solar.
“La verdad fue muy gratificante hacerlo. Y por suerte el cantante estuvo contento con todo el proceso y la pieza que se llevó”, comentó Eli. Según describió, el músico y compositor Emmanuel Naser utilizará el blazer en su próximo concierto en Cafayate.
Lluvia de oro
En la Galería del Sol, en pleno centro, no hay quién no conozca a Eli. Su figura no pasa desapercibida. Además, hace 30 años que en un pequeño local vidriado cose a la vista de todos, junto a su pareja José Luis Albornoz, un ex jugador de fútbol al que conoció de casualidad en un viaje en un auto rural y a quién rápidamente sumó a su proyecto de agujas, hijos y botones. El sabía sobre dibujo técnico, ella le enseñó a usar la máquina de coser y se complementaron muy bien. Ahora también tienen un taller de confecciones en la Banda del Río Salí, donde Elizabeth vivió varios años.
Está orgullosa de su marca “Lluvia de Oro”. Los objetivos no son los mismos que cuando arrancó ese proyecto para diseñar ropa de niños, hace 30 años. Sin embargo, ella no quiere parar de crecer. “El diseñador trabaja con un fin estético, resaltando y definiendo estilos. Cuando hago una prenda, me gusta que la persona se vaya feliz, sintiéndose como nueva”, define.
- ¿Cuál es el principal desafío que tiene una modista?
- Reinventarse, adaptarse a las distintas necesidades para que nunca falte trabajo. Yo empecé haciendo arreglos. Después armé mi emprendimiento de ropa para niños y llegué a tener cuatro negocios. Luego, la ropa que entraba de afuera, se conseguía a precios muy baratos y ya no nos convenía. Vino la crisis del 2000 y tuve que cerrar. Decidí quedarme con un solo local. Pero bueno, también en tiempo de crisis la gente, que antes compraba todo nuevo si se le rompía algo, empezó a querer arreglar las prendas. Ahí se me ocurrió el modelo de “arreglos al toque”. La gente me dejaba su ropa p ara refaccionar y la pasaba a buscar al rato. Mi pareja, José Luis, tuvo que aprender a usar la máquina, a cortar y los dos nos pusimos al hombro este trabajo.
- Y ahora, ¿qué es lo que más te piden?
- Desde hace un tiempo, que aumentó mucho el precio de la ropa nueva, y entonces la gente no puede comprar como antes; te piden muchos arreglos y también renovar sus prendas. Por ejemplo, trabajo bastante transformando vestidos de fiestas. El mes pasado, con tantas celebraciones y fiestas de egresados, reciclé vestidos y trajes de hombres que les pasaban los padres a sus hijos.
- ¿Qué es lo que más te gusta hacer?
- Diseñar, pero no mucha gente puede hacerse su propia ropa. Un 10% de mis clientes lo hacen. Tienen un estilo propio y les gusta que yo haga mis creaciones en base a sus gustos. Les encanta venir al atelier, ver las telas, elegir los diseños; de aquí salen como nuevos. transformados. Por otro lado, me gusta tener una línea de diseño de ropa económica para que toda la gente pueda acceder a comprarse algo. Me encanta ver cuando una nena puede estrenar un vestidito, o cuando cualquier persona se emociona al ponerse alguna prenda que yo hice. Hago de todo, lo que me pidan, para todos los cuerpos, y siempre intento que sea accesible.
- Un recuerdo muy importante que te haya dejado tu trabajo...
- Cuando me contrataron para hacerle un vestido a la modelo Carmen Yazalde. Corría el año 98 y ella venía a presentarse en un desfile en el casino de las Termas de Río Hondo. Me pidieron que sea la diseñadora y acepté. Fue un gran desafío. Otra cosa que me marcó mucho fue mi primera colección de ropa para chicos. Me propuse hacer un desfile y hasta armé una escuela de modelos para chicos, así pudieran lucir las prendas que yo hice. El objetivo era que los niños estuvieran cómodos y a la moda.
- Algo que te llame la atención del estilo de los tucumanos en general...
- El tucumano es pilchero. Le encanta la ropa y estar a la moda, aunque muchos hombres todavía son estructurados. Lo que noto es que a veces las mujeres o los varoners se dejan estar entre los 30 y los 45 años. Pero llega un momento que quieren volver a usar la ropa de antes, lucirse y sentirse bien, y por eso me buscan. Es mi tarea escuchar su historia, ayudarlos a recuperar un estilo, pero sobre todo levantarles la autoestima.