Bad Bunny vuelve a sus raíces y arrasa en las plataformas

Bad Bunny Bad Bunny

Melancolía, alegría y crítica social. No importa si es reguetón, salsa o bachata, Bad Bunny ya está más allá de los géneros. El artista puertoriqueño lanzó su sexto álbum de estudio y produjo un cimbronazo en la industria musical y en toda red social donde circulan sus contenidos. “Debí tirar más fotos” no es solo una obra de 17 canciones caracterizadas por la hibridez cultural que siempre buscó el referente de la música urbana. Su nuevo proyecto abarca todo tipo de sensibilidades pensadas, al parecer, hasta el mínimo detalle.

El llamado “Conejo Malo” conquistó nuevamente los rankings de las plataformas de música a las pocas horas de lanzar su disco. En Spotify, Apple Music o Youtube es el artista más escuchado en Argentina, México, Colombia y otros países desde principios de mes. Su tema “DtMF” se posicionó como la canción más reproducida tanto en el país como a nivel mundial y más de la mitad del top 10 en las listas Daily Top Songs de Spotify corresponde a canciones de este disco. Además en los últimos días batió otro récord mundial: se convirtió en el primer latino con más canciones en la lista “Hot 100” de la revista musical Billboard, posicionando todos los temas de su nuevo disco. Sí, todos los temas.

Pero Bad Bunny domina cualquier aspecto sensorial, por eso, junto con su música, lanzó un corto en Youtube de 12 minutos que en dos semanas superó las 14 millones de reproducciones. A través de una breve historia, escrita y dirigida por el artista junto al cineasta Ari Maniel Cruz Suárez, lanza una profunda crítica al desplazamiento cultural y generacional que está sufriendo su tierra, Puerto Rico. Los protagonistas son un hombre mayor, interpretado por el actor puertorriqueño Jacobo Morales, y un sapo; un peltophryne lemur, especie que hoy se encuentra en peligro de extinción. Ambos dialogan sobre la necesidad de rescatar la memoria y el hombre se lamenta de no haber “tirado más fotos” cuando era más joven. Luego, el cortometraje muestra un paisaje despojado de identidad cultural, una tierra en donde ya no se habla español y la alegría boricua brilla por su ausencia.

Es curioso el lamento del hombre del film. En un mundo donde creemos que las redes sociales nos alejan del presente y nos desconectan, el personaje admite que le cuesta recordar su pasado y que hubiese sido bueno no estar tan consciente de cada momento para guardar registros de cara al futuro. De ahí el nombre del disco y de toda una propuesta política de un cantante que hace explícita una declaración de principios sobre el estado de Puerto Rico como territorio no incorporado de Estados Unidos.

“Quieren quitarme el río y también la playa, quieren el barrio mío y que abuelita se vaya, no, no suelte’ la bandera ni olvide’ el lelolai, que no quiero que hagan contigo lo que le pasó a Hawái”, reza la letra de uno de sus temas con el que reivindica un cancionero tradicional pero siempre aggiornado a los sonidos electrónicos más modernos, que bien sabe domar el rey de la música popular.

A casi menos de una semana de la asunción de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, Bad Bunny se convierte en uno de los principales críticos de la cultura yankee y su avance sobre las tierras latinas. Astuto y camuflado, el artista se muestra en los principales programas de la televisión norteamericana y allí muestra todos los guiños de esta cruzada política con la que también se puede bailar y gozar.

Para rematar con la melancolía, en la tapa del disco se pueden ver dos sillas de plástico vacías en medio de un campo de plátanos. Son esas sillas que también tenemos por estas latitudes, donde señoras y señores descansan en la vereda, donde los chicos juegan en un jardín, las últimas que sacamos cuando llegan invitados. El vacío sirve para recordar a los que ya se fueron de la isla, los que fueron expulsados, los que hoy son homenajeados por un artista que trascendió como muchos pero que está presente como pocos.


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