

El 10 de febrero, en la Cumbre de Acción sobre Inteligencia Artificial (IA) celebrada en París, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció una ofensiva en la carrera global por la supremacía en inteligencia artificial. La iniciativa InvestAI, con una inversión de 200.000 millones de euros, busca encaminar al continente a la vanguardia de la innovación en IA, construyendo gigafábricas con la finalidad de ser "la base para el desarrollo de la inteligencia artificial". La ambición es clara: convertir a Europa en un polo de desarrollo de IA capaz de competir con potencias como Estados Unidos (ver programa apolo sobre IA revista MIT en Español) y China.
El proyecto InvestAI incluye la creación de gigafábricas de IA, equipadas con 100.000 chips de última generación, capaces de entrenar los modelos más complejos. La intención seria “democratizar” el acceso a la potencia computacional, permitiendo que no solo las grandes corporaciones, sino también startups y científicos, desarrollen aplicaciones innovadoras. En su discurso durante la cumbre, Ursula von der Leyen presentó InvestAI como una apuesta por “el crecimiento y el progreso”, destacando el potencial de la IA para mejorar la salud, la investigación y la innovación. Sin embargo, detrás de esta retórica optimista se esconde una carrera frenética por no quedarse atrás en la geopolítica de la tecnología.
La Unión Europea ha sido pionera en la regulación de la IA, con un enfoque centrado en la ética y la transparencia. Sin embargo, el lanzamiento de InvestAI plantea una pregunta incómoda: ¿mantendrá Europa su línea regulatoria frente a la presión de competir con potencias como China? Hasta ahora, la UE se ha caracterizado por su “compromiso” con los derechos fundamentales en el desarrollo de la IA. Sin embargo, la presión de la competencia global podría llevar a la UE a flexibilizar su postura, buscando un equilibrio entre la innovación y la regulación. La creación de un Consejo Europeo de Investigación sobre IA sugiere que la UE no está dispuesta a ceder en su visión ética, pero el tiempo dirá si esta postura es sostenible. Von der Leyen ha insistido en que el enfoque europeo se basa en la "apertura, la cooperación y un talento excelente". Pero, ¿es esto suficiente en un mundo donde la velocidad de desarrollo de la IA a menudo choca con las consideraciones éticas?
Estas infraestructuras estarán especializadas en la realización de modelos de inteligencia artificial avanzados, los cuales requieren una potencia computacional masiva para desarrollar avances en sectores estratégicos como la medicina y la ciencia.
Las gigafábricas financiadas a través de InvestAI representan la mayor colaboración entre el sector público y privado en el ámbito de la IA a nivel mundial. Su propósito es fortalecer el modelo europeo de innovación cooperativa y abierta, con un enfoque en aplicaciones industriales críticas y de alto impacto. La meta es garantizar que tanto empresas emergentes como grandes corporaciones puedan acceder a los recursos informáticos necesarios para liderar la próxima generación de soluciones tecnológicas.
El programa contará con un fondo estructurado que ofrecerá inversiones con distintos niveles de riesgo y retorno. Asimismo servirá como un proyecto piloto dentro de la estrategia tecnológica de la UE, enmarcada en la “Brújula de la Competitividad”.
En el ámbito diplomático, la Cumbre de IA también ha expuesto diferencias entre las principales potencias. Un documento impulsado por Francia e India, que promueve un avance regulado e inclusivo de la inteligencia artificial, fue respaldado por China y más de 60 países. Sin embargo, Estados Unidos y el Reino Unido habrían optado por no firmarlo, reflejando su postura más flexible en torno a la regulación de esta tecnología. La falta de consenso resalta la creciente fragmentación en la gobernanza global de la IA, donde los intereses comerciales y estratégicos juegan un papel crucial en la definición de marcos normativos.
La UE ha puesto sus cartas sobre la mesa con InvestAI, apostando por un futuro donde la IA no solo impulse la economía, sino también refuerce su posición global. Sin embargo, el éxito de esta iniciativa dependerá de su capacidad para equilibrar la innovación con la regulación y la competencia con la ética. Mientras tanto, el mundo observa con atención. ¿Será Europa capaz de liderar la próxima revolución tecnológica sin perder su identidad en el proceso?
En respuesta a la Cumbre de París sobre Inteligencia Artificial, Eric Sadin organizó un evento paralelo denominado "Contracumbre". Este encuentro, con el lema "Por un humanismo de nuestro tiempo", busca concientizar sobre los peligros de la IA y fomentar un debate crítico desde una perspectiva social y cultural. La Contracumbre reúne a especialistas de diversas áreas para oponerse a la visión dominante de la IA como herramienta puramente utilitaria, abogando por un enfoque más humano y democrático.
Las palabras de la Directora del Programa Amnesty Tech Amnistía Internacional donde resalta la omnipresencia de algoritmos predictivos, unida al reciente retroceso global de las libertades civiles, amenaza con dar carta blanca a las empresas tecnológicas para que operen sin normas ni directrices. "Vivimos en un mundo cada vez más aterrador. La omnipresencia de algoritmos predictivos, unida al reciente retroceso global de las libertades civiles, amenaza con dar carta blanca a las empresas tecnológicas para que operen sin normas ni directrices". La IA está reconfigurando el panorama geopolítico. Europa busca un liderazgo ético, pero la competencia es feroz y las preguntas sobre el futuro de la IA siguen abiertas.