

El final de las vacaciones suele ser complicado: dejamos atrás el ocio, las noches con amigos y los días en la playa para retomar el trabajo y la rutina. Por esta razón, aunque disfrutemos del entrenamiento, suele costarnos regresar al gimnasio. ¿Por qué ocurre esto? ¿Cómo hacerlo sin fracasar en el intento?
“Volver es difícil, por eso me pongo pequeños objetivos al principio. Además, vengo con mi pareja y tener a alguien que te motive a seguir ayuda un montón”, dice Anabella Vera, de 31 años, quien acaba de volver al gimnasio después del receso de verano.
Un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), publicado en junio de 2024, detalla que el 31 % de los adultos y el 80 % de los adolescentes no cumplen con los niveles recomendados de actividad física. Para el joven Benjamín Briccola, la decisión de regresar tardó bastante más que un verano. “No hacía nada físico desde hacía tiempo y empecé hace una semana. El gimnasio mejora la autoestima, te hace un clic en el cerebro al sentirte bien”, reflexiona.
Nunca parar
Al empezar las vacaciones, la mayoría de las personas se dejan llevar por la vida sedentaria. “La gente se relaja, se distiende en vacaciones” dice el profesor de educación física Adolfo Steimberg. Remarca que nunca se debe abandonar por completo la actividad física. “Podemos bajar la intensidad, pero es importante mantenernos en movimiento. Correr, caminar, nadar o andar en bici son opciones válidas durante el tiempo en que dejamos el gimnasio”, recomienda.
¿Cómo retomar?
La deportista fitness y entrenadora Marcela Barros sostiene que existen dos tipos de personas que entrenan: las disciplinadas y las que no. A los primeros no les cuesta retomar el gimnasio, ya que su objetivo es competir deportivamente. “Este tipo de personas no deja por completo de hacer ejercicio porque es un estilo de vida”, explica.
En cambio, los segundos van al gimnasio por diversos motivos, como pasar el tiempo, relajarse o mejorar su salud física y mental. Para ellos, la vuelta suele ser más difícil. “El error más común es postergar el regreso o poner excusas”, advierte Barros y agrega que muchas madres retrasan su vuelta debido al inicio de clases de sus hijos.

“Es recurrente escuchar que dicen: ‘comienzo cuando quiero y bajo rápido’, cuando en realidad no es cierto, porque el metabolismo cambia constantemente”, explica. Otro gran error es creer que pasar muchas horas en el gimnasio generará mejores resultados. “El entrenamiento no debe durar más de una hora o una hora y media, incluyendo 30 minutos al final de ‘cardio’ (ejercicios cardiovasculares)”, recomienda. Además, enfatiza la importancia de la alimentación post ejercicios para recuperar nutrientes, y del descanso adecuado hasta la siguiente sesión. Tanto Barros como Steimberg coinciden en que no es importante el tiempo total dedicado, sino la constancia y el hábito de reservar un momento del día para ejercitarse.
Silvia Luna (52) se vio obligada a parar una semana debido a una lesión, tras seis años de entrenamiento sin interrupciones. “Tuve que reducir el peso que venía levantando y me costó mucho. Además, cambié un poco mi alimentación y me relajé. Los desarreglos de hoy me van a costar mañana”, remarca.
Tres veces por semana
Para Rodolfo, la readaptación al entrenamiento debería durar entre 15 y 30 días en personas que llevaron una vida sedentaria durante las vacaciones. “Entrenando tres veces por semana, cuidando la alimentación y aumentando progresivamente la intensidad de los ejercicios mientras se reduce la cantidad de repeticiones, se logra recuperar el volumen muscular”, detalla.
“El gimnasio no es solo para cambiar el cuerpo; también beneficia la salud mental”, concluye Marcela.