"Sí" es la palabra mágica en la residencia para chicos que quieren ser universitarios en Tucumán

Una Fundación brinda un hogar a jóvenes de zonas rurales y provincias vecinas para que puedan continuar sus estudios. Con voluntarios y donaciones, ya consiguieron que más de 70 se conviertan en profesionales.

ACOMPAÑAMIENTO Y COMPROMISO. Los estudiantes que viven en la residencia son acompañados por voluntarios y tutores que les hacen un seguimiento. / LA GACETA, DIEGO ARÁOZ ACOMPAÑAMIENTO Y COMPROMISO. Los estudiantes que viven en la residencia son acompañados por voluntarios y tutores que les hacen un seguimiento. / LA GACETA, DIEGO ARÁOZ

"Para nosotros, los chicos que no tenemos los recursos suficientes, no hay nada mejor que la Fundación Sí", comenta con gratitud en la voz Walter Jesús Ferreyra, de 20 años. Originario de Misiones, Walter se mudó hace tres años para estudiar Psicología en la Universidad Nacional de Tucumán. Recuerda con emoción el momento en el que le informaron que había sido seleccionado junto a su hermano mellizo. "Todavía no entendíamos la magnitud de lo que estábamos viviendo. Fue un momento de éxtasis, algo inefable, que no se puede explicar con palabras", rememora.

Hoy Walter vive en la residencia universitaria de la Fundación, una casa con una fachada colorida ubicada en Barrio Sur, donde comparte espacio con 30 jóvenes más. Todos provienen de diferentes puntos del país, y como él, encontraron en la Fundación un camino para seguir sus sueños, a pesar de las barreras económicas y geográficas.

ESTUDIO COMPARTIDO. Walter y Abril estudian Psicología en la mesa del comedor: él está en tercer año y ella es ingresante. / LA GACETA, DIEGO ARÁOZ ESTUDIO COMPARTIDO. Walter y Abril estudian Psicología en la mesa del comedor: él está en tercer año y ella es ingresante. / LA GACETA, DIEGO ARÁOZ

La Fundación Sí es una ONG sin fines de lucro fundada en 2012 por Manuel Lozano, cuyo principal objetivo es promover la inclusión social en la Argentina. Lo que comenzó como un proyecto de recorridas nocturnas para ayudar a personas que estaban en la calle se expandió rápidamente con la iniciativa "Sí Pueden", que se centra en el acompañamiento de niños y jóvenes en comedores comunitarios. En 2014, la Fundación inauguró sus primeras residencias universitarias en Santiago del Estero, un paso crucial que marcó el inicio de un nuevo capítulo en su historia. La difusión de esta iniciativa en redes sociales despertó el interés de voluntarios de todo el país. Así, en 2019, la residencia de Tucumán abrió sus puertas y dio la bienvenida a una primera generación de 41 estudiantes.

PRIMERA CAMADA. Este grupo de estudiantes habitó la residencia por primera vez. / FUNDACIÓN SI PRIMERA CAMADA. Este grupo de estudiantes habitó la residencia por primera vez. / FUNDACIÓN SI

Actualmente, la ONG cuenta con 24 residencias en funcionamiento en las principales ciudades del país ubicadas cerca de universidades e institutos terciarios. Los estudiantes que residen allí no deben pagar alquiler, pero, para ser admitidos, atraviesan un proceso de selección, ya que las plazas son limitadas.

LA FACHADA. La casa de la residencia tiene murales por fuera y por dentro. / LA GACETA LA FACHADA. La casa de la residencia tiene murales por fuera y por dentro. / LA GACETA

A nivel nacional, la Fundación alberga a 746 estudiantes y ofrece apoyo a otros 163 jóvenes que, aunque no residen en las casas, también reciben ayuda alimentaria, acompañamiento emocional y apoyo académico con tutores. De todos estos estudiantes, 76 se graduaron gracias al apoyo de la Fundación, entre ellos Carolina Chaila, de la primera generación de egresados de la residencia tucumana.

Carolina, de 24 años, es ahora abogada graduada de la UNT. Recuerda cómo, con 17 años, se embarcó en esta aventura cargada de dudas. Oriunda de Rosario de la Frontera, Salta, su decisión de estudiar en Tucumán fue impulsada por una profesora que le habló del proyecto. Sin demasiadas expectativas, completó el formulario disponible en línea y participó de algunas entrevistas presenciales. "Tomé la decisión porque, si no aprovechaba esta oportunidad, después no iba a tener otra para cumplir mi sueño de ser abogada", comenta Carolina.

Su historia, al igual que la de muchos otros estudiantes de la Fundación Sí, comenzó con un mensaje de esperanza: la posibilidad de acceder a la educación universitaria. Carolina agradece esa decisión. "No creo que sin este acompañamiento hubiera podido completar mis estudios debido a la situación económica de mi familia", reconoce.

La joven aún recibe contención en su nuevo desafío: la inserción al mundo laboral. Ella considera sorprendente que, a pesar del impacto positivo, esta ONG todavía sea desconocida para muchos. "Creo que necesitamos que Tucumán conozca más sobre la Fundación. La provincia está llena de gente que puede ayudar, ya sea económicamente, con su tiempo, siendo voluntario o enseñando. Hay muchas formas de colaborar", asegura. Carolina considera que una mayor difusión permitiría al proyecto darse a conocer entre jóvenes de zonas rurales que podrían beneficiarse de él. "Hay personas en lugares remotos que no lo conocen, y que, por ello, nunca se inscribirán, y nunca tendrán la oportunidad de estudiar y cambiar sus vidas", razona.

“Tú puedes, si no, inténtalo de otro modo: aún puedes”

“Es increíble, pero no se me da. Creéme que no”, dice un mensaje escrito con tiza en el pizarrón justo en la entrada de la residencia. “Tú puedes, si no, inténtalo de otro modo: aún puedes”, se lee al lado, a modo de respuesta. A medida de que se suben las escaleras hacia el comedor, el movimiento de estudiantes se hace más notorio. Es viernes a las 18 horas y los nuevos residentes empiezan a salir poco a poco para compartir una merienda en ronda.

MENSAJES DE ALIENTO. Los estudiantes encuentran apoyo emocional con mensajes de aliento cotidianos. / LA GACETA MENSAJES DE ALIENTO. Los estudiantes encuentran apoyo emocional con mensajes de aliento cotidianos. / LA GACETA

Son unos seis chicos de entre 18 y 21 años. Se conocieron en febrero, durante el CBSI, un curso intensivo de nivelación que la Fundación organiza para los ingresantes a las residencias. Durante todo enero, de lunes a lunes, y durante 9 horas diarias, los estudiantes reciben clases de Matemáticas, Física, Química, redacción, técnicas de estudio y contenidos afines a sus carreras.

En la mesa se encuentra rodeada de apuntes Abril Cabrera, de 17 años, nacida en un pueblo de Catamarca. Ella también encontró en la residencia una oportunidad única para estudiar Psicología. Abril recuerda el proceso de selección como un desafío, pero destaca el curso de nivelación que le permitió adaptarse al ritmo universitario. "Me enseñaron a estudiar de una manera más efectiva, con síntesis, resúmenes y cuadros conceptuales. No tengo miedo de adaptarme", afirma. Su sueño es regresar a su provincia como psicóloga para ayudar a una comunidad que carece de estos profesionales.

El proceso no siempre es fácil, y muchos jóvenes enfrentan desafíos emocionales y de adaptación. Maira Brandan, de 20 años y de la localidad de Burruyacú, estudia el profesorado de Geografía y comenta que la convivencia no fue sencilla al principio, pero que, gracias al apoyo de sus compañeros, pudo acomodarse. "Al comienzo me costó porque venía de un ambiente muy tranquilo y silencioso. Pero acá conocí muchas personas y eso me hizo menos tímida", cuenta Maira.

Otro de los que están sentados en la mesa, y quien trajo el budín que están compartiendo entre todos, es Mario Nahuel Vizgarra, de 18 años y proveniente de Santiago del Estero. Admite que al principio temía no poder hacer la adaptación, pero añade que, sorprendentemente, encontró apoyo y comprensión en los voluntarios y compañeros. "Soy una persona que a veces tiende a ser un poco vaga, pero aquí todo el mundo tiene muy buena onda y me ayudaron mucho a relajarme", relata Mario, quien pronto será un estudiante de primer año de Arquitectura. Sobre el curso de nivelación destaca que conocieron a Duki, cuando el músico fue al campamento a brindarles palabras de apoyo. “Fue muy emocionante: me firmó un gorro”, recuerda.

EN LA RESIDENCIA UNIVERSITARIA. Mario. quien tiene una gorra firmada por Duki, será estudiante de Arquitectura este año. / LA GACETA, DIEGO ARÁOZ EN LA RESIDENCIA UNIVERSITARIA. Mario. quien tiene una gorra firmada por Duki, será estudiante de Arquitectura este año. / LA GACETA, DIEGO ARÁOZ

Un testimonio de voluntarios

Uno de los baluartes de Sí es la asistencia de voluntarios, como Constanza Herranz, quien presta servicios desde 2016, cuando en Tucumán hacían las recorridas nocturnas. En la actualidad su rol es el de coordinadora. Con los chicos prepara todos los meses un Excel que les permite organizar las tareas diarias, la limpieza y las comidas. Además, eligen por sorteo a los cuatro estudiantes referentes, quienes deben estar pendientes de las necesidades de la casa durante ese mes.

Pero no sólo importa la organización: los voluntarios, además, forman una red de contención para estos jóvenes que están lejos de sus hogares. A los 40 años, Constanza fue testigo del crecimiento del proyecto y subraya la importancia del trabajo en equipo. "Cada uno llega con su propia historia y el trabajo emocional es tan importante como el físico", explica. Recuerda cómo, al principio, los voluntarios no se conocían entre sí. Sin embargo, con el tiempo se fueron uniendo y fortaleciendo a partir del aprendizaje y la superación de desafíos. “Los chicos tienen seguimiento de tutores, quienes plantean metas y tratan de que se cumplan, así pueden seguir en el proyecto”, apunta acerca de las condiciones de la estadía de los jóvenes.

VOLUNTARIOS. El trabajo de los voluntarios es fundamental para sostener a los estudiantes de la fundación. / FUNDACIÓN SI VOLUNTARIOS. El trabajo de los voluntarios es fundamental para sostener a los estudiantes de la fundación. / FUNDACIÓN SI

Diego Torres, también voluntario hace un tiempo, menciona un reto que considera fundamental: que los recién graduados consigan trabajo en la provincia. “Es complejo, es difícil, también teniendo en cuenta que muchos por ahí no son de acá y a veces deben volver a sus casas”, manifiesta. Por ello, la Fundación está buscando alianzas con empresas locales y otros organismos.

Con colectas y donaciones de aliados locales, la ONG intenta aliviar la dependencia de la sede central en Buenos Aires y fortalecer el vínculo con la comunidad tucumana. La transparencia en la gestión de las donaciones es otro aspecto fundamental que los voluntarios subrayan: aseguran que esta es la manera de que el proyecto mantenga su integridad y la confianza de quienes contribuyen a materializarlo. "Queremos que la gente de Tucumán se acerque y entienda que esto se hace sin esperar nada a cambio. Nosotros no recibimos nada, todo va para los proyectos de la Fundación”, afirma.

A un clic de distancia de un futuro prometedor

Las redes en Tucumán son @situcuman en Instagram y Fundación Sí Tucumán en Facebook. La página de la ONG es fundacionsi.org.ar y allí puede encontrarse más información sobre los proyectos.

Los jóvenes interesados en ser beneficiarios pueden iniciar los trámites de manera virtual. Sólo deben dirigirse a la sección “Educación” y hacer clic en el recuadro violeta que dice “¿Cuál es tu sueño? Anotate”, que los redirigirá a un formulario online. Las convocatorias suelen abrirse todos los años entre junio y julio; los seleccionados son llamados en noviembre y hacen el curso de nivelación en febrero.

La Fundación Sí, más que una residencia, es una comunidad que trabaja unida para construir un futuro prometedor para aquellos que se atreven a soñar. Las historias de Carolina, Abril, Maira, Mario, Walter, Constanza y Diego demuestran que la educación es una herramienta poderosa para modificar las vidas. Sí, a veces sólo hace falta un "sí" para producir este cambio de destino.

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