Un mensaje peligroso que seguimos repitiendo

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Un mensaje peligroso que seguimos repitiendo

No es casualidad. No es una “coincidencia” que una nueva participante de Gran Hermano, Catalina, entre a la casa con evidentes signos de haber adelgazado drásticamente, luego de haber contado que sufría anorexia. Tampoco es casualidad que Cris Morena haya dicho en una entrevista con Oriana Sabatini que elige personas delgadas en sus elencos porque “quiere que sean saludables”. Las palabras pesan, y a veces lo que se dice con liviandad tiene un impacto brutal en quienes están del otro lado.

La delgadez ha sido instalada como sinónimo de éxito, de belleza y de bienestar. Sin embargo, la psicóloga Mabel Alonso, coordinadora del área de TCA (Trastornos de la conducta alimentaria) en Cepta, que es el Centro Provincial de Trastornos Alimentarios y trabaja en el programa provincial de prevención y abordaje de los trastornos alimentarios, advierte que esta idea es peligrosa: “Un cuerpo saludable no se define por el peso, sino por un equilibrio integral que involucra alimentación, salud mental y bienestar emocional. Sin embargo, el ideal de delgadez se ha impuesto de tal manera que cada vez más niñas y adolescentes sienten que deben ajustarse a esos estándares para ser aceptadas”.

La llegada de Catalina a la casa de Gran Hermano reavivó un debate necesario. Las redes sociales se llenaron de comentarios sobre su estado físico: algunos con preocupación genuina, otros con una crudeza impactante. Mientras tanto, las cámaras la exponen 24/7 sin ninguna contención real, en un reality que, más allá del show, puede convertirse en un caldo de cultivo para la romantización de los trastornos alimentarios.

“La Argentina es el segundo país del mundo con mayor incidencia de trastornos de la conducta alimentaria”, explica Alonso. “La preocupación por la imagen corporal aparece cada vez a edades más tempranas. En los talleres que hacemos en Tucumán, encontramos que niñas y niños de 8 años ya expresan ansiedad por su peso. Es una problemática que se gesta en la infancia y se agrava en la adolescencia, influenciada por los mensajes que se reciben desde los medios, la publicidad y la propia familia”.

Total naturalidad

El testimonio de Cris Morena expone cómo esos mensajes se replican con total naturalidad. Su afirmación sobre los “cuerpos saludables” en sus elencos es la misma que durante décadas han reforzado la industria del entretenimiento y la moda. Pero, ¿qué ocurre cuando esa idea se instala en la mente de una niña que consume ese contenido y asume que, para ser protagonista en su propia vida, debe ser delgada? ¿Qué pasa cuando esa exigencia se traslada al aula, al club, a los vínculos más cercanos?

Alonso es clara: “Es urgente que entendamos que los trastornos alimentarios no son una moda ni una etapa. Son problemas de salud mental que pueden durar años, e incluso poner en riesgo la vida. Sin embargo, la mayoría de las personas que los sufren tardan entre dos y cinco años en llegar a un profesional que les brinde un diagnóstico y un tratamiento adecuado”.

Además, la psicóloga advierte sobre el impacto que tienen los comentarios que parecen inofensivos: “Frases como ‘qué flaca estás, qué diosa’ o ‘estás más rellenita’ pueden reforzar ideas peligrosas en personas vulnerables. Muchas veces, un comentario hecho sin mala intención puede convertirse en el detonante de un trastorno alimentario. La relación con el cuerpo es algo complejo y muy personal, y cada palabra cuenta”.

En este contexto, la exposición mediática y los discursos públicos se convierten en un factor de riesgo más. “Cuando una figura pública hace declaraciones sobre la delgadez como sinónimo de salud, sin considerar el impacto que eso tiene en su audiencia, está perpetuando un problema estructural. Es necesario que quienes tienen voz en los medios sean conscientes de la responsabilidad que implica”, agrega Alonso.

Alonso enfatiza la importancia de cambiar la forma en que se habla sobre los cuerpos y la salud: “Si realmente queremos cuidar la salud de las nuevas generaciones, debemos dejar de asociar delgadez con bienestar. Los medios, los referentes de la cultura y la sociedad en su conjunto tienen que entender que del cuerpo del otro no se habla con ligereza. Es una cuestión de respeto, pero sobre todo, de salud pública”.

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