Esteban Domecq: “La disciplina macro funciona como un freno de mano para los precios”

El director de Invecq Consultora Económica no observa un rebrote inflacionario, pero cree que, más temprano que tarde, el Gobierno debe revisar el esquema cambiario.

EN TUCUMÁN. Domecq disertó en Yerba Buena. El economista dijo que el derrame macroeconómico en la micro requerirá de cierta dosis de tolerancia social porque, a su criterio, será un proceso lento. EN TUCUMÁN. Domecq disertó en Yerba Buena. El economista dijo que el derrame macroeconómico en la micro requerirá de cierta dosis de tolerancia social porque, a su criterio, será un proceso lento.

Luego de las elecciones, los agentes económicos se preguntan sobre cuál es la capacidad del Gobierno para sostener el actual esquema de bandas cambiarias. Las tensiones son permanentes en la medida que no mejore el ingreso de capitales a la Argentina. Aún así, el economista Esteban Domecq cree que, en la medida que no haya movimientos bruscos en el dólar, no hay riesgo de un rebrote inflacionario en la Argentina. El director de Invecq Consultora Económica vino a Tucumán en el marco de la apertura de la filial local del Grupo Vento, especialistas en soluciones financieras a medida para personas, PyME y grandes empresas. En la oportunidad, concedió esta entrevista a LA GACETA.

-¿Por qué sostiene que es poco probable que haya rebrote inflacionario en el corto plazo?

-En la medida que no haya que hacer movimientos importantes en el esquema cambiario, que puedan implicar un salto discreto del tipo de cambio, el disciplinamiento macro lo sostendrá. Esto tiene que ver con el ajuste fiscal, la prudencia monetaria, con una demanda que no está pujante, con alguna tónica recesiva. Tenés una economía que se está abriendo. Todo eso disciplina macroeconómicamente los precios. En los últimos cuatro meses, el dólar se movió al 25%, mientras que los precios lo hicieron al 10%. Y tiene que ver con eso. En la medida que no haya que hacer ningún movimiento traumático en el esquema económico no debería haber ninguna presión fuerte. Después la incógnita es a qué velocidad continúa el proceso inflacionario; si irá de 2% a 0% en seis meses o en dos años. Y ahí si es cierto que la dinámica inflacionaria tiene muchos componentes inerciales relacionados con el esquema cambiario, por paritarias, por las tarifas de los servicios públicos. Todo eso te genera ruidos inflacionarios en el corto plazo. Nosotros estamos viendo una inflación que flota en la zona del 2% y después, levemente, irá bajando. En nuestras proyecciones observamos que se va a ubicar en la zona del 20% para el año que viene. No estamos viendo un descenso acelerado, siempre y cuando el Gobierno pueda evitar un movimiento grande el tipo de cambio.

-El proyecto de Presupuesto 2026 pone metas macroeconómicas optimistas respecto del dólar (10,1% anual) y del tipo de cambio ($ 1.423 a diciembre del año que viene)…

-En términos cambiarios, esos supuestos son el de un dólar a $ 1.350 para este año y cerca de los $ 1.450 para el final del año que viene. Es un dólar clavado y bajo. En ese supuesto cambiario la inflación es de 10%, que tiene sentido, lo que no implica, a mi criterio, que eso sea probable que pase. Si logran contener un tipo de cambio fijo de aquí hacia el año que viene, la inflación seguirá bajando de una manera más acelerada. No creo que sea el escenario más factible.

-Si el dólar se movió en estos meses al 25%, ¿por qué no se aceleró el “pass through”?

-Porque no hay estímulos en la demanda, como no hay potencia ni poder adquisitivo. Porque hay mucha competencia con productos importados. Porque hay cierto anclaje nominal en la economía, proceso dado por el ancla fiscal y también cambiaria. No hay espacio para subir los precios. Cuando vos llegues a mover los precios, te quedas sin bandas. Ese es el disciplinamiento macro que funciona como un freno de mano, al no poder mover los precios al ritmo del tipo de cambio. Es una señal completamente opuesta a la que vimos en agosto de 2023. En aquel momento, el gobierno de Alberto Fernández subió el tipo de cambio de 280 a 350, es decir, un 20%. En tres meses, los precios aumentaron un 35% o un 40%. Eso quiere decir que hubo más inflación que la presión cambiaria, porque tenía todo lo contrario a lo que estás observando hoy. En aquel momento, tenías un agujero fiscal gigante, un bombeo monetario infernal, una demanda llena de estímulos y tenías la economía cerrada. En ese contexto, el traslado a precios de la devaluación fue pleno. Además, fue superior.

-¿Todo esto reduce la posibilidad de una devaluación?

-Creo que no está asociado directamente. Lo importante en este momento es que el tipo de cambio no siga apreciándose y que se empiece a corregir el desbalance que tenés en el sector externo de la economía. Hoy tenés una cuenta corriente deficitaria en la zona de 2 puntos del Producto Bruto Interno (PBI); además, una alta dolarización de los agentes económicos, que disminuirá después de las elecciones, pero seguirá siendo alta. Históricamente, ese fenómeno es muy importante en la Argentina. Asimismo, tenés muchos vencimientos de deuda por delante y encima hay un Banco Central, que tiene reservas netas negativas. Eso implica que todo el sector externo de la economía está tensionado y eso le pone presión al tipo de cambio. Entonces, el desafío viene por ese lado, cómo yo reduzco la presión que tiene el mercado de cambio. Para eso, tengo que reducir la demanda e incrementar la oferta de dólares. Todo eso lo podés hacer por la vía de la cuenta corriente, aumentando las exportaciones de bienes, o bajando las importaciones de bienes y servicios, aflojando el turismo emisivo, entre otras acciones, o lo podés hacer por la cuenta financiera. Creo que el gobierno se juega un pleno, al igual que lo viene haciendo en el último año, a que sea la cuenta financiera la que solvente el problema que tiene en la cuenta corriente. No soy optimista en eso. Insisto que hay un desafío grande en el sector externo argentino y por eso creo que el esquema tiene que avanzar hacia un relajamiento monetario y empezar a bajar los niveles de encajes de la economía y las tasas de interés, hay que estimular el crédito, hay que relajar monetariamente y flexibilizar en lo cambiario para que el tipo de cambio encuentre un nivel más sano para las cuentas externas argentinas y para empezar a dinamizar un poco más la actividad.

-¿Cuánto tiempo más puede aguantar el esquema de flotación entre bandas?

-Si la inflación sigue flotando al 2% y el techo de la banda cambiaria va al 1% y vos tenés el tipo de cambio en la zona del techo y no tenés reservas, no le veo mucho recorrido. Por lo tanto, es muy difícil saber cuánto tiempo más se mantendrá. Claramente, es un esquema que más temprano que tarde van a tener que modificar.

-¿Qué hace falta para mostrar un derrame de la macroeconomía en la micro?

-Justamente desde febrero de este año la actividad está en una meseta, con cierta irregularidad y retroceso en algunos sectores. Hay un mercado interno recesivo, con la industria, la construcción, el comercio y la gastronomía afectados. Eso da cuenta de una macro que no está generando un dinamismo en la micro. Creo que este 2025 ha sido un año muy complejo por el calendario electoral, con un programa que tiene aciertos y méritos, pero tiene pendientes y desafíos por delante. Esta situación se vio atravesada por las elecciones con mucho ruido político y mucha volatilidad e inestabilidad cambiaria y financiera, un programa que tiene desperfectos en el camino. Por ejemplo, en julio saltaron las tasas de interés, se contrajo el crédito, el equipo económico tuvo que apretar monetariamente mucho. Y todo eso explica por qué la economía, desde febrero o marzo, dejó de recuperarse y eso generó cierta insatisfacción en la micro. La gente empieza a percibir que esta es una economía que, si bien baja la inflación, no derrama en mejora del poder adquisitivo, en mejor capacidad de consumo y mejor empleo. A medida que vamos dejando atrás la estela de las elecciones, ordenándose la política y el Gobierno, encarrilando las reformas estructurales, haciendo los movimientos necesarios que necesita el programa económico para avanzar el proceso de estabilización, pero oxigenando a la actividad económica, la micro, de menos a más, comenzará a estar mejor. No digo que este proceso será vigoroso y rápido; me imagino que será lento. Y esto va a requerir cierta dosis de tolerancia social.

-¿Se disipó el riesgo de la dolarización de la economía argentina?

-No lo veo viable. Los pasos que ha dado el gobierno en estos primeros dos años, lejos de acercarnos hacia una dolarización, nos ha alejado. No soy prodolarización. Creo que con las características que tiene la economía argentina un régimen de dolarización tiene más desventajas que ventajas. No creo que eso sea factible en el corto ni en el mediano plazo.

“Changuito federal”

-  “El Changuito Federal” es una selección de productos del súper representativos del consumo de la clase media en alimentos y bebidas, que Analytica usa para calcular el costo por provincias.

- Según la consultora, en octubre las provincias donde más aumentó el costo del changuito fueron las patagónicas: Tierra del Fuego (+5,3%), Chubut (4,3%), Río Negro (3,8%), Neuquén (3,7%) y San Cruz (3,7%).

- En el extremo opuesto, los menores incrementos se dieron en Jujuy (+1,7%), Formosa (1,4%) y Misiones (1,1%).

- Tucumán, en tanto, se ubica en el lote medio; el costo del changuito subió un 3,1% durante el mes pasado. Llenar el carrito, en promedio, puede costar $ 770.951 mensual.

- En Santa Cruz, llenarlo mensualmente cuesta $ 834.177.

- Los changuitos menos costosos son los de Chaco ($ 755.224) y Formosa ($ 749.929), segun Analytica.


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