El eterno e intenso amor de Mercedes Sosa por Tucumán nunca cedió, pese a la distancia y al tiempo que -por decisión propia o impuesta por el exilio forzado- la hizo estar lejos de tu suelo natal.
La casa familiar que habitó cerca del parque 9 de Julio (en el pasaje Miguel Calixto del Corro 344, hoy convertida en museo municipal en su memoria) acredita todo su sentimiento y compromiso con su tierra. En sus espacios se respira un vínculo especial entre la artista y la provincia, pero hubo momentos en que la Negra se sintió decepcionada.
Si de retornos se habla, bien se puede decir que Mercedes tuvo dos vueltas recordadas. El 6 de noviembre de 1982, en la repleta cancha del club San Martín, cantó sus temas folclóricos más conocidos luego de siete años de ausencia de los escenarios tucumanos, secundada por Omar Espinosa, José Luis Castiñeira de Dios y Domingo Cura. Ocho meses antes, poco antes del inicio de la guerra por las islas Malvinas y en medio de la creciente resistencia cultural que se vivía en el país, había protagonizado 13 recitales en 10 días en el Teatro Coliseo de la Capital Federal a partir del 18 de febrero; inicialmente se había previsto sólo un par de actuaciones, pero la respuesta popular multiplicó las fechas.
Luego hubo otro período de ostracismo de la escena tucumana, esta vez voluntario. Una foto atestigua el retorno que realizó a Tucumán hace 25 años, y es el cierre de una historia que había comenzado un lustro antes.
Con los brazos extendidos y a los pies de la Estatua de la Libertad de la Plaza Independencia, la Negra sonríe satisfecha y eufórica, significando el reencuentro con sus coterráneos. Es una de las primeras imágenes de su segunda vuelta, después de un largo período en el que no quiso cantar en Tucumán, y se publicó en LA GACETA para ilustrar una breve entrevista del diario con motivo de su inminente recital.
La razón de su ausencia fue, nuevamente, política; pero a diferencia de los 70, una decisión propia. Si antes debió huir del país amenazada por la Triple A, tras las elecciones provinciales de 1994 que consagraron gobernador por el voto popular a Antonio Bussi, se había prometido no cantar hasta que el ex militar dejara el poder. Y lo cumplió. En varias entrevistas sostuvo que le resultaba inexplicable que un pueblo eligiera a su propio represor como gobernante, en referencia a los años de plomo que lo tuvieron a Bussi como mandatario militar, a cargo de la vida de los tucumanos.
Cuando en octubre de 1999 Bussi dejó el poder, y la cantora volvió y fue recibida con mucho cariño. Nuevamente el estadio de la Ciudadela la alojó el domingo 26 de ese año, como a una hija pródiga, ante una concurrencia de 25.000 personas. El recital fue abierto por el Dúo Coplanacu, y también participaron León Gieco, Víctor Heredia y Lucho Hoyos. En los hechos, fue interpretado como una reivindicación de la democracia y un acto en defensa de los derechos humanos. Folclore, rock, canción de autor y ritmos latinoamericanos circularon entre el escenario y las butacas como nunca, voz en cuello y emoción en alto.
Días después, en el Centro Cultural Virla, la cantora fue reconocida por la Universidad Nacional de Tucumán con título de Doctora Honoris Causa por su conducta y ética moral, entregado por el rector Mario Marigliano.
Tras su muerte, el 4 de octubre de 2009 a los 74 años, las cenizas de Mercedes Sosa se distribuyeron en Tucumán y en Mendoza, las provincias que marcaron su corazón y su vida.