La política es otra cosa: la venganza de Milei sobre la hija de Cavallo cruzó límites

Por Hugo E. Grimaldi para LA GACETA.

FOTO ILUSTRATIVA FOTO ILUSTRATIVA
15 Febrero 2025

Javier Milei tiene una capacidad increíble para convertir cualquier situación en algo memorable, aunque no sea siempre algo que él ejecuta por las razones correctas. Aunque el Presidente debe todavía algunas materias bastante críticas en este sentido, en general le han salido mucho mejor las cuestiones económicas y también ciertos manejos políticos, aunque suele fallar en las consideraciones humanas. Probablemente, especula con que la vara moral tan baja que le dejó puesta el kirchnerismo sea su aliada y que, por eso, la sociedad le deje pasar algunas prácticas reprobables.

El caso de Domingo Cavallo y la venganza intergeneracional que ejerció el presidente de la Nación sobre su hija Sonia es un ejemplo concreto de derrape, una situación impropia a todas luces. Utilizar a un descendiente para buscar saldar una deuda política o como moneda de cambio en un conflicto entre rivales es un camino éticamente cuestionable. Sacar a alguien de un cargo público por razones ajenas a su desempeño o mérito no sólo es injusto, sino que también socava la confianza en las instituciones y  perpetúa prácticas clientelistas o corruptas.

Es algo bastante peor esta situación que protagonizó en la semana Milei que el haber promocionado una criptomoneda por las redes sociales, una metida de pata monumental de la que intentó salir con un simple “no estaba interiorizado”. Ejerció sin dudas el Presidente su derecho a la libertad de expresión, pero si en el medio alguien perdió dinero por su recomendación parece que nadie se hará cargo. La política debería basarse en principios, transparencia y en el bien común y no en manipulaciones ni personales ni ideológicas, como fue ésta de $LIBRA o familiares, como en el caso Cavallo.

Resulta que los dichos del ex ministro de Economía sobre el “atraso” del tipo de cambio, a Milei le resultaron “una estupidez insultante e irritante”, propia de un “impresentable”. En su dialéctica, de colega a colega, el Presidente añadió: “el tipo de cambio desde mi perspectiva no está atrasado. Me parece una vergüenza esa declaración y me sorprende para mal su juicio tan ligero y tan mal fundamentado técnicamente para hacer un disparo de estas características", añadió.

 Hasta allí, podría entenderse que a Milei se le había caído un ídolo, técnicamente hablando, pero la patinada la dio el Presidente cuando vengó esa eventual ofensa del padre desplazando a la hija de un lugar (la OEA), donde ejercía como embajadora de la Argentina desde hace ocho meses, entronizada por él mismo. Si no era idónea, si hubo error en aquel nombramiento y había que reemplazarla, mal momento eligió Milei para exponer el caso.

Involucrar a familiares en disputas políticas suele tener consecuencias negativas, ya que la opinión pública quizás catalogue a ese tipo de acciones como de uso indebido del poder y al gobernante le achaque falta de integridad lo cual, al final de la carrera, es algo perjudicial para la democracia. Y si bien las digitadas redes sociales han celebrado el caso, es bastante probable que la percepción pública termine siendo negativa, porque una cosa es el método del Presidente de mostrar poder echando gente y otra una represalia de este estilo.

En cuanto a la política, el toma y daca de voluntades en el Congreso lo tiene a Milei no tan involucrado como en aquellos temas donde siente que lo han querido rebajar. En algún momento, se tornó moneda corriente la compra directa de votos o con dinero o con concesiones de la Nación a las provincias y de eso, el Presidente está más bien alejado. Hoy, los casos paralelos de la suspensión de las PASO, Ficha Limpia y el nombramiento sobre todo de Ariel Lijo para la Corte tiene al Senado en una encrucijada del estilo “para esto sí y para esto no” o “si me das esto, te doy aquello”.

En un segundo aspecto, hay también un tironeo múltiple por la seguridad, con el foco puesto en la provincia de Buenos Aires, donde no se sabe muy bien si la preocupación es sincera por el bienestar de los vecinos o si la consigna es “apunten a (Axel) Kicillof”. En todo esto, en los dos casos, está por detrás la sombra de Cristina Kirchner.

La ex presidenta tiene en curso un pedido de revisión de condena para llevar la pena por el caso Vialidad, en el que fue declarada culpable, de seis a doce años de prisión. El tema llegará a la Corte, aunque no se sabe en cuanto tiempo, y está claro que, por su edad, Cristina no cumpliría otra cosa que prisión domiciliaria. Allí, es dónde los caminos comienzan a cruzarse con la Cámara de Senadores, donde el kirchnerismo tiene 34 votos casi seguros.

En ese ámbito, hay en paralelo tres cuestiones cuyas aristas se tocan y que la semana que viene serán prioritarios: a) la suspensión de las PASO; b) el tratamiento para la Corte Suprema de los pliegos de Ariel Lijo y de Manuel García-Mansilla (“o los dos o ninguno”) el primero, a estas alturas, un capricho del Ejecutivo y c) la sanción de Ficha Limpia para que, sin esperar apelación ninguna, quienes tengan doble condena por corrupción no puedan aspirar a una banca ahora mismo en 2025, como sería el caso de CFK.

El primer tema ya se aprobó en Diputados, pero en la Cámara Alta también se va a necesitar una mayoría de la mitad más uno de los presentes y el kirchnerismo tiene en principio 34 votos que bien le podrían alcanzar para bloquear el proyecto, así que parece que, salvo concesiones, sería una misión casi imposible que salga. El toma y daca se daría por los nombramientos para la Corte y cuál sería la ventaja para el kirchnerismo es lo que se está negociando.

“Cristina igual seguiría en su casa” es la explicación resignada que se escucha en el Instituto Patria para presentar el momento, si fuere menester y sale Ficha Limpia (hoy sospechosamente empantanada), casi como un renunciamiento de tono épico. En tanto, la oposición más dialoguista no daría quórum para aprobar la suspensión de las PASO si se quiere avanzar con Lijo, lo que obligaría a Milei a un decretazo.

En tanto, como titular del justicialismo, Cristina tiene hoy bastante zafarrancho en la provincia de Buenos Aires, donde Kicillof y muchos intendentes la desafían a partir del repudio a La Cámpora, en buen romance el desdén hacia Máximo Kirchner a quien no pueden ver porque “se esconde detrás de las polleras de su mamá”, dicen. El actual gobernador, resistido desde muchos lugares, tiene graves problemas de gestión, pero objetivamente lo han dejado solo ya que el kirchnerismo lo jaquea también, más allá de LLA y el gobierno porteño.

El tema del seguridad bonaerense está en la cresta de la ola, con asaltos y muertes diarias y de agentes de la Policía de la Ciudad y si bien es un hecho el descontrol en el Conurbano sobre todo, producto de tantos años de desmanejo, para algunos casi como un plan macabro del kirchnerismo para tener cercado su coto de acción y recaudación, la cuestión se la refriegan a diario al gobernador –televisión mediante- visibilizando el descontrol desde todos esos costados.

De casi ninguna de estas cosas opina el Presidente, más preocupado por la morosidad que tiene el FMI para liberar fondos (quieren seguridades) o por  ver cómo hace para no discutirle a Donald Trump nada de los aranceles que se le impondrá al aluminio y al acero. Más allá de la patinada de la criptomoneda, su pasión más evidente es alimentar a la tropa libertaria que surfea en las redes y en sacarle la careta a los “econochantas”.

En medio de todo este contexto político, se dio el episodio Cavallo, en el que el Presidente equivocó gravemente el enfoque, humanamente hablando. La integridad, tal como sucede con la transparencia y la responsabilidad, es un valor fundamental en la gestión pública y ese tipo de desviaciones pueden sumarle consecuencias negativas a la credibilidad y a la confianza que se tiene en el gobernante para que maneje de modo efectivo y justo las instituciones. Este vidrioso episodio y el rezo anti-woke que hizo en Davos han puesto sobre el Presidente un signo de interrogación en relación a la batalla cultural que pretende ganar.

Comentarios