¿Voto castigo? Sí

Primeramente quiero agradecerle al colega escribiente Julio Pérez (carta “¿Qué voto castigo?”, 07/07) por leer mi carta “El día después” (30/06), analizarla  y criticarla, no sólo a mí, sino al pueblo tucumano. Nos trató de “locos “y” burros” (“...es un caso de chaleco...” o “...la burra siempre al trigo tira...”, dijo), por no haber aprendido en 40 años a votar y elegir a nuestros representantes. Julio querido, cada pueblo tiene el gobierno que se merece; lamentablemente este es el sagrado juego de nuestra querida democracia ¿o acaso sugiere o estaría de acuerdo en que volvamos a la época más negra de nuestra historia, que casualmente se remonta a 40 años atrás, cuando estaba prohibido pensar? Yo la viví y no la quiero nunca más. Perdón si se ofendió el lector. No quiero polemizar; yo jamás dije de qué lado estoy, si de los ganadores o de los perdedores; el voto es secreto. Sólo sé que el partido ya se jugó y tenemos cuatro años por delante para seguir pechando el carro todos para el mismo lado; después, cambiar la táctica y los jugadores, si es necesario. Sigo insistiendo: existen los votos castigo y “Juan Pueblo “, el soberano, sabe a quién premiar o castigar, mal que nos pese, por más que escupamos fuego, se hará su voluntad.

Francisco Amable Díaz

¿Tan pobres estamos?

El orgullo de ser argentinos nos  hinchaba el pecho. Nada de pensar en  conocer lejanas tierras. Con lo que teníamos  estábamos bien. Estábamos, sí.  Ahora nos desvela la idea de los hijos de tramitar, no bien se reciban, trasladarse a Europa o USA para trabajar bien. ¿Y aquí, no? ¿Por qué?  “Para no caer en la miseria”, dicen. ¿Es pecado de poca fe? Quizás. Pero alguna razón tienen. La lucha por el bienestar es cada vez más dura. En menor y a mayor escala. Ahora vemos, atónitos, cómo el Presidente inaugura, con carnavalesca publicidad, obras a medio  cumplir, tales como el  futuro gasoducto -que antes de ser terminado ya tiene nombre-; la estructura de lo que será la Facultad de Bioquímica -que comenzó hace 10 años y aguanta silenciosa entre yuyales por una nueva inyección de dólares para revivir-. El Presidente, angustiado, se había trasladado desde Buenos Aires  en la “incomodidad” de su Air Jet, triste por haber sido retenido por su “subordinada” por lo de los caños K, para presidir los actos de la Casa Histórica y la Independencia nacional. Para compensar por esta grave falta, prometió el envío del dinero que falta  para su conclusión. Dicen que el que promete y no cumple... en fin, las cosas están a medias, y tenemos paciencia para aguantar, pero no, como dijo un político opositor, el coraje para luchar. Vale.

Darío Albornoz

Administración pública: carrera

El fallo de la Corte Suprema de Justicia que suspendía las elecciones del 14 de mayo pasado era una respuesta a la “pirámide social” que reclamaba seguir en planta permanente. Dicha “planta” cuestionaba el escalafón del funcionario público o la oportunidad de una carrera administrativa, un desarrollo profesional de lo cual el objetivo era el reconocimiento de experiencias y competencias, cuyas aspiraciones, en el pasado, se había centrado en hacer carrera en la administración pública considerada, al igual que las profesiones liberales, una ruta hacia el prestigio, la riqueza y la influencia. Adquirió, con el tiempo, un enorme peso mundano y una carga intolerable, transformándose en un aparato sobredimensionado incapaz de resolver problemas elementales y simples. Leyes de titularizaciones (docentes y de la sanidad), conseguidas luego de persistentes y subterráneos pedidos, bloqueadas, en los últimos quince o veinte años, por la inamovilidad en los cargos y la clientela cautiva. Ha colapsado la gestión “encomiable”. Bloqueada la capacidad y pericia de gestión, por  la  perpetuación de un séquito de adscriptos que medran, en una cadena de incapacidades, con la no resolución de problemas. Esta “dependencia de la carrera”, también, implicaba dependencia respecto al estado (funcionarios públicos). Todos estos roles habían sido propios de los “trabajadores de cuello blanco” de la clase media que exigieron cierto nivel intelectual y educativo como cierta pericia profesional.

Pedro Pablo Verasaluse

Se cosecha lo que se siembra

El 7 de julio pasado fue el Día Internacional de la Conservación del Suelo. Se lo estableció en memoria del doctorHammond Bennet, científico pionero en el campo de la conservación de los suelos. Pocos comprenden la importancia que tiene este componente en un ecosistema y que nos proporciona alimentos y recursos para vivir, construir nuestras viviendas y otros servicios ambientales importantes. Las consecuencias de su contaminación y mal manejo están a la vista: sequías, desertización, inundaciones, etcétera, todo un abanico de posibilidades que se nos vienen encima, por no haberlo sabido cuidar lo suficiente. Según la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO), se deben tener en cuenta seis premisas para su conservación: 1) Los suelos almacenan y filtran agua mejorando la seguridad alimentaria 2) Ayudan a combatir y adaptarse al cambio climático, jugando un papel clave en el ciclo del carbono. 3) Constituyen la base y el crecimiento de la vegetación que se cultiva y de la natural. 4) Un suelo sano es un suelo vivo. Alberga una cuarta parte de la biodiversidad de nuestro planeta 5) Son la base para la producción de alimentos saludables. 6) Es un recurso no renovable y su conservación es esencial para el sostenimiento de la vida en todas sus formas. En nuestra provincia, las amenazas que sufren los suelos están relacionados con: a) degradación física y química, b) salinización, c) contaminación (debido a las aguas servidas, a los residuos sólidos urbanos, a los plaguicidas, etcétera), d) erosión hídrica y eólica, d) deforestación. Lo grave es que el Estado provincial cuenta con una Constitución y leyes para protegerlo, pero que no se cumplen por lo que el deterioro de este recurso se acrecienta día a día, bajo la impunidad de las autoridades y la indiferencia de muchos ciudadanos (Tucumán tiene 93 comunas rurales, 19 municipios y la mayoría depositan los residuos sólidos urbanos a cielo abierto). Debemos comprender que sin suelos sanos, no es posible una vida sana y para ello la educación ambiental es fundamental ya que la mente humana funciona como el suelo. Se cosecha lo que se siembra.

Juan Francisco Segura

Concejales

En el último gobierno militar de la Provincia se dictó la Ley 5.529 sobre la organización de los municipios. Pienso que, quienes relataron la citada Ley no conocían a fondo la Provincia ni sus verdaderas necesidades. Tanto es así que a cada municipio, según esa Ley, le otorgaron distintas cantidades de concejales, según la categoría que se le asignó a cada municipio: a los de primera, 12 ediles; a los de segunda, 10 ediles; y a los de tercera, seis, más los 18 de La Capital. Según mi conocimiento personal, puedo decir que aquellos redactores de la Ley 5.529 no tuvieron en cuenta lo costoso que iba a ser para la gente mantener los sueldos de dicha cantidad de ediles, muchos de ellos innecesarios. Y a la fecha no escuché a ningún político plantear una disminución inminente de dichos cargos, ya que lo que se busca hoy en día es un puesto bien remunerado durante cuatro años, o más. Según mi parecer, deberían elegirse sólo la mitad.

Enrique Julio Ortega

Borges y Bertrand Russell

Cuenta el periodista Osvaldo Ferrari que una vez le preguntó a Jorge Luis Borges cuál sería el libro que elegiría él para llevar a una isla desierta. Le contestó que el de la “Historia de la Filosofía Occidental”, de Bertrand Russell, a lo que el afamado escritor agregó con su fino humor: “Claro, pero para eso me falta la isla, y me falta también la vista”. Pero ¿quién fue exactamente Bertrand Russell para que lo eligiera Borges como su preferido? Pues bien, para empezar, fue uno de los pocos filósofos del siglo XX al que le fue otorgado un premio Nobel de Literatura (1950). Bertrand Arthur William Russell fue, además, matemático, lógico, y escritor inglés. Nacido en Gales en 1872, su infancia no le fue fácil, ya que fue huérfano de padre y madre a los 4 años y después criado por sus abuelos, pero en base a su mente superior supo imponerse a estas adversidades de chico y descubrir, mientras era alumno del Trinity College de Cambridge, que las matemáticas y la investigación de su lógica le generaba algo así como: “Una embriaguez intelectual”. Escribió durante su larga existencia más de 80 libros, pero también fue un activista y pacifista a ultranza condenando en su momento tanto al totalitarismo estalinista, así como también la participación de Estados Unidos en la guerra de Vietnam. Él defendía los ideales humanitarios y la libertad de pensamiento. Fue, sin dudas, uno de los intelectuales más famoso y reconocido del siglo XX, tal vez el filósofo más influyente. En los años 50’ y 60’ se convirtió en fuente de inspiración para gran número de jóvenes idealistas por sus protestas contra la violencia y el desarme nuclear. A lo largo de su prolongada existencia (vivió largos 97 años) fue un escritor de gran fecundidad, pero sobre todo un crítico de su tiempo, de los gobernantes, los jerarcas y de la insensatez humana. Nos legó pensamientos como este, que hasta nuestros días nos hace pensar: “El problema de la humanidad es que los estúpidos están seguros de todo, y los inteligentes están llenos de dudas”. Aludía, en ese entonces a la típica bravuconada de los soberbios del poder y que tomaban las decisiones marcando el rumbo de los pueblos en contraposición con el silencio de las grandes mentes creativas, descubridoras y trabajadoras que hacían al día a día y al progreso de las naciones. Referente para varias generaciones de pensadores supo analizar con sencillez las cosas simples y exponer el sentido común, que fue su fuerza y encanto. En nuestro país asistimos a un tiempo pre electoral donde los candidatos se agreden mutuamente en forma lamentable, y sin lugar a dudas en base a calumnias, falsedades, difamaciones e infamias muchas veces, y que no conducen más que a mayor encono y enfrentamiento inútil. Rescato de la autobiografía de Russell y su decálogo del aprendizaje y conciencia libre pensadora los siguientes principios que bien les vendría respetar por parte de nuestros políticos: 1. “Sé escrupulosamente verás, incluso si la verdad es inconveniente porque es más inconveniente cuando se intenta ocultarla”. 2. “No creas que merece la pena ocultar evidencias pues la evidencia siempre sale a la luz”.

Juan L. Marcotullio

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