¿Racismo en la selección argentina?: las historias de negros y morochos vestidos de celeste y blanco

La presencia de de afroargentinos en el equipo nacional tiene muchas aristas. Los que llegaron dejaron su huella, y hay casos famosos.

La Selección también contó con la presencia de afroargentinos. La Selección también contó con la presencia de afroargentinos.

Si se toma sólo en cuenta a los planteles históricos y actuales de los equipos que alguna vez se consagraron campeones del mundo de fútbol, Brasil los tiene. Francia también, así como Alemania, Inglaterra, Uruguay, Italia y España. Argentina, tricampeona, no tiene hoy afrodescendientes en su equipo. Pero los tuvo. 

No en cantidad, eso sí, aunque hay explicaciones para dar al respecto. Lo que sí ha venido sumando de manera masiva es a los morochos, que bien se podrían definir como afroargentinos. Es decir, citando a la Real Academia Española, a quienes tienen el pelo negro o su piel morena. En ese caso, hubo (y hay) muchísimos jugadores que probablemente no supieran (ni sepan) acerca de su pasado afro, pero que con sus rulos brillaron (y brillan) en los campos de juego.

Existe una premisa que no se puede soslayar: un equipo nacional es una selección de los mejores jugadores, no una representación de la composición étnica del país.

En nuestro país la situación del presente no es privativa del seleccionado, sino del fútbol nacional. Los afrodescendientes argentinos pateando una pelota son una absoluta minoría, como lo son por caso los asiáticos o los descendientes de pueblos originarios. De hecho, lo habitual es que los futbolistas negros que juegan en la liga doméstica sean en su amplia mayoría extranjeros.

Alejandro Nicolás De los Santos, el pionero del camino

El 10 de diciembre de 1922, Alejando Nicolás De los Santos, hijo de esclavos que llegaron a la Argentina huyendo de Angola, se convirtió en el primer afrodescendiente, y por muchos años el único, en jugar para la Selección. Lo hizo ante Uruguay, en Montevideo (derrota nacional 1-0). 

Jugó cinco partidos entre 1922 y 1925 y no convirtió goles, pese a su fama de artillero. Era un entrerriano de Paraná que se transformó en ídolo de El Porvenir y posee la marca histórica de conquistas del club, con 148 tantos. En su homenaje, el microestadio de la institución lleva su nombre. También se lució en San Lorenzo y en Huracán.

La polémica que invadió a la selección argentina en el Mundial de Qatar 2022

“Argentina es mucho más diversa de lo que mucha gente cree, pero el mito de que es una nación blanca ha persistido”. Este es el inicio de un artículo que publicó el Washington Post en pleno Mundial de Qatar y en medio de la efervescencia por lo que estaban haciendo Lionel Messi y sus compañeros en el torneo. El título fue “¿Por qué Argentina no tiene más jugadores negros en el Mundial?”. Lógicamente abrió un aluvión de debates, respuestas y preguntas, además de polémicas y comentarios de tinte racistas, sobre todo en las redes sociales.

Uno de los puntos poco sólidos en aquella publicación es el siguiente: “en marcado contraste con otros países sudamericanos como Brasil, el equipo de fútbol de Argentina palidece en comparación con su representación negra”. Y es que resulta lógico que así sea, siendo Brasil el país fuera de África con más población negra (más de un 50%) de todo el mundo (y el tercero en cuanto a mulatos). 

En Latinoamérica le siguen República Dominicana, Panamá, Venezuela, Colombia, Cuba y Ecuador. En lo que hace a Argentina, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos, a partir del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2022, la población que se reconoce afrodescendiente o tiene antepasados negros o africanos totaliza 302.936 personas (un 0,7 del total). Lean bien este porcentaje, porque explica buena parte de la carencia de jugadores negros en el fútbol nacional.

La historia de José Manuel Ramos Delgado, un caso emblemático del fútbol argentino

Lo de José Manuel Ramos Delgado, nacido en Quilmes (Buenos Aires), hijo de un nativo de Cabo Verde, es sin dudas un caso paradigmático sobre el valor de los afrodescendientes al momento de jugar al fútbol. 

Lo hizo en Lanús, River, Banfield y en Santos de Brasil (compartió equipo con Pelé). Con la Selección argentina jugó los Mundiales de Suecia 1958 y Chile 1962, y fue su capitán en la Copa de las Naciones de 1964. Era un defensor central de gran técnica que, al dejar de jugar, se convirtió en entrenador.

¿Y qué hay de los morochos?

Que la Selección argentina de fútbol no tenga actualmente afrodescendientes ni personas que la mayoría consideraría negras, tampoco la exponen para decir que se trata de un equipo "blanco".

Volviendo a lo publicado por el Post en 2022, el texto cae en un supuesto racial propio del país del norte al sostener: “el equipo de fútbol de Argentina puede no incluir personas de ascendencia africana, o quizás personas que la mayoría vería como negras”. Sucede que en EE.UU. se suele reducir el término negro sólo a los afrodescendientes y africanos de piel oscura. En ese punto, no toma en cuenta la diversidad cromática de la población afroargentina.

Esto abre otra cuestión, la de los morochos (según la RAE, término de uso común en Argentina, Bolivia y Paraguay). Son, utilizando sinónimos, los atezados, bronceados, tostados, cetrinos, cobrizos, oscuros, aceitunados, oliváceos. Tomando estas consideraciones, el panorama se abre exponencialmente.

Hay un sinfín de morochos argentinos famosos, como Carlos Gardel, apodado el “Zorzal criollo”, pero también el “Morocho del Abasto”. Y en lo que al fútbol se refiere, el más famoso, celebrado y exitoso que haya vestido la camiseta celeste y blanca es Diego Armando Maradona. El propio “Diez” solía identificarse así, y hasta avaló un poema que le escribió Pablo Rozadilla en 2000, referido a su gol con la mano a los ingleses en México, y en el que el autor le da ese calificativo. En su primera estrofa dice: “Ya sé que fue con la mano, aquel gol a los ingleses…Se ha visto un montón de veces; la imagen en primer plano, mostrándolo a ese paisano, genio, zurdo y morochazo, en el aire abrirse paso, para ganarle al arquero, y así estampar el primero de un pícaro puñetazo...”

Es un hecho que a varios jugadores del presente del seleccionado (y también los de las últimas décadas) se los pueda describir como morochos. Entender esto revela un país mucho más diverso de lo que muchos suelen asociar con él. Porque así como el ojo argentino está acostumbrado a construir la condición de blanco de una forma amplia, tiene la limitación de que, para ser negra, una persona debe tener piel oscura y pelo mota. Pero ser afrodescendiente va más allá del color: significa que desciende de una persona negra.

Un suplente campeón mundial

Héctor Baley se convirtió en campeón mundial con Argentina (en 1978) siendo de raíces africanas. “Chocolate”, oriundo de Ingeniero White (Buenos Aires) fue hijo de un senegalés. Fue un arquero de grandes condiciones que cuidó los palos, entre otros, de Huracán, Talleres e Independiente (fue campeón del Nacional 1978 con el “Diablo”). Baley fue el primero que le atajó un penal a Diego Armando Maradona en 1977, y resultó suplente eterno de Ubaldo Matildo Fillol, a quien también secundó en el Mundial de España 1982.

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Teorías y más teorías

Las teorías sobre la escasa población negra en la Argentina con respecto a otros países sudamericanos, siendo que en 1810 representaba un 30%, tienen de todo un poco: eliminación de la población negra usándola como “bala de cañón” en las guerras del siglo XIX, sobre todo la de la Triple Alianza (1864-1870); aniquilación por la fiebre amarilla (el mayor brote se dio en 1871); o mestizaje (que se profundizó desde 1853).

Este último punto cuenta con el aval de la historiografía más reciente. Esto es, ante la muerte masiva de hombres negros por las guerras, sus esposas se vieron obligadas a entablar relaciones con europeos o criollos por protección y para lograr una mejor calidad de vida.

Sin embargo, también hay una corriente de opinión que da cuenta sobre que el descenso de la población negra se debe a la decisión política y cultural tomada de las elites de convertir a la Argentina en un “país blanco”. Hay casos, como el de Domingo Faustino Sarmiento, que consideraba a los pobladores indígenas y a los esclavos negros como “incapaces de progreso y de alcanzar las altas regiones de la civilización”.

Uno que no pudo jugar

En la lista de jugadores argentinos negros de Selección puede entrar Carlos Rufino Fariña, un mediocampista que jugó en Huracán, Ferro y All Boys, que fue convocado por Guillermo Stábile a la Selección y formó parte del plantel que salió subcampeón en el Sudamericano de 1942 (actual Copa América), aunque no llegó a jugar.

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Explicaciones

En la web Salvemosalfutbol.org se compartió un trabajo, llamado “Cosa de negros: breve historia de la cultura afro en el fútbol argentino”. En uno de sus párrafos, se escribió: “en la Argentina el fútbol ocupó en las primeras décadas del siglo XX un lugar de construcción de identidades colectivas. Los jóvenes que popularizaron el fútbol y su práctica llevaban en su mayoría apellidos italianos y españoles y pertenecían a clases medias. Aquí el nacionalismo se basaba en la mezcla de la inmigración europea con el espíritu del “gaucho” de las pampas. La identidad afroamericana e indígena no aparecen mencionadas en la historia de la fundación del fútbol argentino”.

Más adelante, la publicación asegura: “el estilo propio del juego en la Argentina se construyó como mecanismo de inclusión (de los hijos de inmigrantes legítimos: italianos y españoles) y exclusión (de los inmigrantes británicos, quienes se “refugiaron” en otros deportes como el rugby y el hockey), para construir un nuevo híbrido, el fútbol criollo, “la nuestra”.

Cuestión de apodos

Es común que el apodo “Negro” sea con el cual se conoce a muchos futbolistas. Y no hay un tono racista en ello. Hugo Ibarra; Cristian Chávez; Fernando Cáceres, lo portan. En Tucumán ¿quién no recuerda a jugadores como Francisco Ruiz, Ángel Guerrero, Raúl Agüero llevando pegados a sus nombres este alias?

Hay una historia que involucra a un “Negro” famoso, Héctor Enrique, otro campeón mundial. Fue quien le dio a Maradona el “pase” en el segundo gol a Inglaterra en México 1986, considerado el mejor gol de la historia. El nacido en Burzaco en el seno de una familia muy pobre es dueño de un gran sentido del humor, y entre sus miles de anécdotas hay una que lo describe por el color de su piel. “En el barrio me decían Pelé, sí, ¡pero por lo negro! Ya de grande iba a la casa de mis ‘viejos’ y mi mamá me seguía diciendo Pelé. Creo que Diego ni sabía que me decían así, ¡sino me hubiera cargado, seguro!"

La suerte del “Tolo” Gallego

Como corolario de este relato sobre la presencia de futbolistas negros y morochos en la Selección, es valioso citar el caso de Américo Rubén Gallego, otro campeón del mundo en Argentina 1978 que tiene rasgos afro, aunque él nunca habló al respecto. Dueño de unas condiciones excelentes para el juego, también se destacó por su fuerte personalidad y por las polémicas en las que participó. El nacido en Morteros (Córdoba) no lleva el apellido de su papá (Pascual Tagliotti), sino el de su madre. Del padre del “Tolo”, Rafael Bielsa describió que era “un tipo espeso, con nariz de boxeador, el pelo apelmazado y mejillas como recién enceradas”.

Es Gallego, aquel múltiple campeón como jugador y como entrenador, que se definió alguna vez como “un negro con suerte. Pero no tengo el celular de Dios. Lo mío es el trabajo todos los días para ser el mejor”.

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