Del poder absoluto a la celda: la caída de José Alperovich, un hecho que marcó el 2024

El ex gobernador fue condenado a 16 años de prisión el 18 de junio. Del Olimpo al cadalso.

FOTO DE MATÍAS BAGLIETTO (ESPECIAL PARA LA GACETA) FOTO DE MATÍAS BAGLIETTO (ESPECIAL PARA LA GACETA)

José Alperovich fue, durante más de una década, el hombre más poderoso de Tucumán. Ya era un empresario muy exitoso cuando decidió entrometerse en la política. Y su carrera fue en ascenso. Desde el 2 de julio de 1995, cuando fue elegido legislador por el radicalismo, no se detuvo hasta llegar a donde realmente quería: la gobernación. Fue ministro de Economía de Julio Miranda, en un salto del histórico partido de Hipólito Yrigoyen al Justicialismo que le valió numerosas críticas. Siguió un lapso de dos años por el Senado y de allí la unción como candidato a gobernador.

El triunfo del 29 de julio de 2003 depositó a Alperovich en Casa de Gobierno y desde entonces se transformó en el dueño de la provincia. Su palabra, y a veces hasta un gesto, eran sagrados y se hacía lo que el mandatario quería. Fueron 12 años ininterrumpidos al frente del PE hasta que en 2015 lo sucedió Juan Manzur. Su pase al Senado de la Nación fue otro capítulo en su vida política, pero el sueño era otro: volver a adueñarse del sillón de Lucas Córdoba. Y tal vez lo habría logrado, hasta que el 22 de noviembre de 2019 recibió un mazazo del que nunca más pudo recuperarse.

“No escribo para convencer a nadie de nada. Estoy aquí contra la opresión del silencio y por la necesidad de recuperar mi vida, de sanar llamando a las cosas como son, sin suavizarlas ni teñirlas, poniéndole al monstruo nombre y apellido. Cuando no le ponés nombre, no existe. El mío se llama José Jorge Alperovich, mi tío segundo y jefe, por quién fui violentada sexual, física y psicológicamente desde diciembre de 2017 hasta mayo de 2019. Durante un año y medio sufrí violaciones a mi integridad física y sexual. El avasallamiento fue demoledor. Tanto que ni siquiera pude ponerlo en palabras. Él oscilaba libre y cómodamente en los tres escenarios ante los que me posicionaba: el familiar, el laboral y el del horror de la intimidad que me forzaba a vivir con él”.

Esto decía parte de una carta presentada por una de las más estrechas colaboradoras del ex gobernador, quien ese mismo día lo denunció ante la Justicia.

La joven era empleada del Ministerio de Gobierno y decidió acompañar a Alperovich en la campaña electoral. Pero, poco después de iniciar sus labores, aseguró, fue violada y abusada en nueve oportunidades desde diciembre de 2017 hasta marzo de 2018. Renunció en mayo de 2019, poco antes de las elecciones. Y unos meses después radicó la denuncia, un tsunami en el ámbito político de la provincia.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación decidió que la causa debía debatirse en Capital Federal, escenario de al menos dos de los ataques, según la denuncia, mientras que los restantes habían sido perpetrados en Tucumán. Y así, luego de varios planteos que incluyeron pedidos de ser sometido a un juicio por jurados, la causa recayó en el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional 29 que conduce Juan María Ramos Padilla.

El 5 de febrero, José Alperovich se sentó por primera vez en el banquillo de los acusados. Ese día se escucharon dos testimonios: el de la denunciante, que duró más de seis horas, y el del propio Alperovich, que escuetamente defendió su inocencia y afirmó que declararía al final del juicio. “Todo esto es una maniobra política. Y lograron lo que querían. Soy un muerto político, pero soy inocente de lo que me acusan”, dijo.

El juicio duró cinco meses y reunió decenas de testigos. El fiscal Sandro Abraldes y los representantes de la querella, Carolina Cymerman y Pablo Rovatti, sostuvieron la acusación y dieron por probados los ataques que dijo haber sufrido la denunciante. Por su parte, el defensor Augusto Garrido rechazó las pruebas y sostuvo que nada vinculaba al ex senador con las agresiones. Pero Ramos Padilla opinó lo contrario y el 18 de junio dio su veredicto: 16 años de prisión por ser responsable de tres hechos de abuso sexual simple y seis hechos de abuso sexual agravado por haber sido cometidos con acceso carnal.

“Él aprovechó esta extrema cercanía para poder cometer todos y cada uno de los hechos que aquí se le atribuyen, a partir de su enorme poder económico, político, social y funcional, que denotan una asimetría en todos estos aspectos que inexorablemente nos llevaron a los tipos penales en los que precisamente se calificaron sus conductas”, sostuvo el juez. Para Ramos Padilla, “lo relatado por la víctima se encuentra sustentado por múltiples testimonios y elementos probatorios que fueron incorporados al juicio”. “Sabido es que la calidad de funcionario público implica, frente a toda la sociedad, un deber de obrar con una exigencia mayor a la de los demás en lo que hace al cumplimiento de las normas que rigen nuestro ordenamiento. Sin embargo, Alperovich abusó de su inmenso poder e influencias y, contrariando las expectativas que existen en cuanto al comportamiento que un servidor público debe tener, cometió los hechos en cuestión, imprimiéndole siempre a sus acciones una sensación de total impunidad en función del poder que ostentaba”, concluyó. Y ordenó el inmediato traslado del condenado al penal de Ezeiza.

Desde ese momento, Alperovich vive en el pabellón de abusadores, acompañado por otros 25 condenados. Debe cumplir el mismo régimen que el resto de los detenidos en cuanto a horarios y trabajos.

Tras el fallo de Ramos Padilla, los miembros de la Cámara de Casación Penal no sólo ratificaron la condena; además rechazaron la pretensión de la familia de otorgar el beneficio de la prisión domiciliaria, incluso monitoreado por un dispositivo electrónico. Y lo hicieron basados en la posibilidad de que Alperovich pudiera escaparse.

Los hijos de Alperovich, Mariana, Sara, Gabriel y Daniel, llevan adelante una campaña mediática para defender a su padre y mediante videos intentan desacreditar los dichos de la denunciante. “Él es inocente”, afirman ante quienes los escuchen, pero hasta aquí la Justicia no les cree.

La única esperanza que le queda a Alperovich es que la Corte Suprema revise el caso y no esté de acuerdo con el fallo. Pero podrían pasar meses y hasta años. Cumplirá 70 años en abril de 2025 y a partir de ese momento seguramente la defensa insistirá en la posibilidad de la prisión domiciliaria atendiendo problemas de salud y, justamente, su edad.

Mientras, para quien acumuló todo el poder en una sola persona, resuenan aún las palabras tal vez más fuertes de Ramos Padilla al fundamentar el veredicto: “aparecieron los abusos de poder y el aprovechamiento de la situación de dependencia sólidamente comprobados. Por la trayectoria de quien fue tres veces gobernador, senador nacional, un hombre con relaciones políticas, importante solvencia económica y una personalidad avasallante, a quien nadie le podía decir que no. Alperovich le ofrecía protección, incluyendo a su propia familia, y hasta la bendición de su esposa. Pero al mismo tiempo la cosificaba, transformándola en un objeto de su pertenencia, útil para suministrarle placer”. Lo leyó minuciosamente Alperovich. No ya desde una de sus espaciosas casas en las que supo construir su imperio, sino desde una celda de 18 metros cuadrados en la que está confinado.

Comentarios