¿Los primeros roces en el romance “perolibertario”?

La presión de Milei por lograr que las provincias bajen la presión fiscal y la eliminación del PASO tensionan la relación con Jaldo. La Boleta Única de Papel termina con uno de los atajos de la política para traccionar votos.

¿Los primeros roces en el romance “perolibertario”?

El noviazgo amenaza con afrontar sus primeras crisis y con ello las dudas sobre el futuro de la relación podrían ser recurrentes. En parte, porque el año que acaba de comenzar apura y saltea etapas: cuando todavía debería estar gateando, intenta caminar. Y eso, en la vida misma, es garantía de tropiezos.

El presidente Javier Milei se preocupó por no permitir que ninguno de los gobernadores descanse. Desde que comenzó 2025, dejó entrever en cada una de sus intervenciones públicas que la responsabilidad de profundizar el ajuste en los gastos del Estado corre por cuenta de las provincias. “No tengo problemas en bajar más los impuestos, que me digan de dónde recortar”, lanzó en una de las entrevistas que concedió. “Nosotros estamos pensando una reforma impositiva. Yo quiero que todos los argentinos se involucren con el equilibrio fiscal. Cuando tienen un gasto que sepan que lo tienen pagar”, insistió. Casi en paralelo, el Ministerio de Economía envió una carta a todas las provincias en reclamo por el incremento de la carga tributaria municipal. Incluso, Luis Caputo reclamó sanciones para las jurisdicciones que no cumplan, con lo cual puso en aprietos a los mandatarios.

En el caso de Tucumán, las empresas de servicios públicos como EDET y la ex Gasnor tienen en sus boletas incorporados tributos en algunos municipios. El único generalizado es la tasa por el alumbrado público, que cada comuna o ciudad incorporó. Hay otros gobiernos locales que sumaron algunos ítems más para garantizarse el cobro, como San Miguel de Tucumán y Yerba Buena, en donde las boletas de la luz y del gas detallan algunas ordenanzas municipales. Para los intendentes es un problema resolver cómo resistir a la pretensión libertaria para evitar el desfinanciamiento. Pero también lo es para Osvaldo Jaldo, porque además de trasladar la presión nacional tierra adentro, en muchas de esas facturas aparece el concepto de Ingresos Brutos. Y ese es otro eje del estrangulamiento que diseña la Casa Rosada.

A lo largo de 2024, Milei recortó un 26% el gasto público: el 60% del ajuste se basó en la poda de jubilaciones y pensiones, la obra pública, los subsidios económicos y las transferencias a provincias y universidades. Los recortes más pronunciados se concretaron en gastos de capital (-76,8%) en gran medida por menores transferencias a empresas públicas y a provincias, y en transferencias corrientes a las provincias (-76,6%), fundamentalmente por la eliminación del Fondo de Incentivo Docente. El viernes, a su regreso de vacaciones, el propio Jaldo justificó la actualización tributaria en la provincia en ese ajuste, cuando dijo que Tucumán recibe “menos recursos desde la Nación”.

En ese caso, la amenaza de un mayor ajuste está latente. En los borradores que circulan, el Ministerio de Economía ratificó que las modificaciones apuntarían a cinco tributos que concentran la mayor recaudación: IVA, Ganancias, Cheque, Derechos de Exportación e Ingresos Brutos. Este último implica el 21% de la presión tributaria total y financia a las provincias. A modo ilustrativo, también el viernes Jaldo dejó expuestas sus diferencias con un principio irrenunciable del mileísmo: el rol del Estado. “Tenemos que seguir teniendo un Estado presente en cada rincón de la provincia”, lanzó. “¿Con qué vamos a atender los hospitales públicos, los servicios de seguridad, a preparar las escuelas para que el ciclo lectivo de este año pueda comenzar con edificios remodelados y los docentes puedan tener escuelas en condiciones?”, ahondó. Para ello, indefectiblemente, necesita que el ingreso de fondos no se reduzca más. Y lamentablemente eso lo que, con insistencia, pide Milei.

Si la gestión libertaria decidiera avanzar en ese sentido, ¿el gobernador tucumano acompañaría una iniciativa que podría complicar el día a día de su mandato? Sin ninguna duda, no. El asunto, por ahora, inquieta pero no preocupa en la Casa de Gobierno. En el primer piso del Palacio confían en que la Casa Rosada no avanzará con medidas que compliquen a sus aliados y que no los obligará a romper relaciones; en particular, por la debilidad legislativa que hoy tiene en el Congreso. Pero eso puede cambiar a partir del 10 de diciembre, según el resultado de los comicios de este año.

Y el electoral es, precisamente, el otro foco de tensión en la relación que forjaron Milei y Jaldo. La primera diferencia clave en este apartado es la eliminación de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias. El Presidente ya lanzó el desafío político y convocó a sesiones extraordinarias para que este asunto se resuelva antes del 21 de febrero. Claramente, al tucumano no le conviene en esta ocasión que no haya PASO. Pero no se expondrá en público y los diputados Agustín Fernández, Elia Fernández de Mansilla y Gladys Medina (bloque Independencia) votarán con los libertarios. “Como provincia no podemos intervenir y acataremos lo que se resuelva en las cámaras de Diputados y de Senadores”, dijo esta semana.

Pero, como solían decir las abuelas, la procesión va por dentro. Sin internas abiertas, “El Comisario” queda a merced de tener que negociar los nombres de la lista de candidatos a diputado con el kirchnerismo. De hecho, nadie imagina que la presidenta del PJ nacional, Cristina Fernández de Kirchner, no vaya a pedir un lugar en cada una de las nóminas. Llegado el caso, ¿cómo respondería a ese pedido? También, sin ninguna duda, de manera favorable. “El Comisario” necesita ganar en la provincia y evitar que Tucumán se pinte de violeta, y para eso requiere que todos –hasta sus detractores- trabajen en la elección. No es una opción para él romper con el manzukirchnerismo y salir por fuera del PJ, por lo que tendrá que ceder en el armado de las nóminas.

Precisamente, el nombre de Juan Manzur asoma cada vez que se plantea la posibilidad de que el peronismo deba consensuar la lista, y ahí es donde Jaldo deposita la responsabilidad en el vicegobernador Miguel Acevedo, el encargado de “contener” el reclamo del ex gobernador. El presidente de la Cámara mantiene diálogo fluido con su ex jefe político, pero no parece dispuesto a romper la relación con Jaldo ni tampoco a desarmar el gobierno tan prematuramente. En rigor, quienes lo conocen recuerdan una anécdota en la cancha de Atlético Tucumán. Durante un partido del decano, el por entonces senador José Alperovich le pidió al ex ministro del Interior que lo acompañara en su aventura política de regresar a la Gobernación y de enfrentar a Manzur. Los testigos de aquella charla cuentan que Acevedo se excusó con amabilidad y le requirió a Alperovich que no le pidiera cosas que jamás haría. En 2025, el vicegobernador seguramente tendrá que enfrentar una situación similar. Una suerte de deja vu.

Una situación similar vivirá la intendenta de la Capital, Rossana Chahla. Aunque suele tomar distancia del ruido político y de las definiciones nacionales, la jefa municipal está obligada a trabajar en su territorio para garantizar el triunfo del peronismo. El rugido del león después de una elección puede convertirse en un ruido molesto y las gestiones municipales tienen entre sus responsabilidades poner un freno a la contaminación sonora. Es cierto que Jaldo cargaría sobre sus espaldas con una eventual derrota del justicialismo, pero el daño se coparticiparía al resto de los referentes políticos con mando institucional. Es el manual de la política.

Hay otro raspón que el tranqueño deberá disimular en la chapa de su vehículo electoral antes de ponerlo en venta. Una vieja estrategia de campaña, que funcionaba muy bien en los comicios legislativos de mitad de mandato, era que el principal referente del espacio fuera como candidato suplente en el voto. De esa manera, se jugaba con su apellido más grande para que sobresaliera y hasta con una imagen suya. Así se garantizaba mostrarle al votante quién estaba por detrás de esos candidatos y se ayudaba a la tracción de votos. En cambio, esa vieja picardía choca con la aplicación por primera vez de la Boleta Única de Papel. Según la ley aprobada, en una misma papeleta irán los cargos de manera horizontal y los partidos de manera vertical, con foto de los candidatos titulares. Además, la norma solo permite “sigla, monograma, logotipo, escudo, símbolo, emblema o distintivo y el número de identificación de la agrupación política”. Aún más, para el caso de la lista de diputados nacionales, la ley expresa que la boleta deberá contener “como mínimo los nombres y apellidos de los cinco primeros candidatos y candidatas de la lista. En todos los casos se incluirá la fotografía color de las primeras dos candidatas o candidatos titulares”.

Es decir, como en esos noviazgos que borran de sus redes sociales toda relación, ni el rostro de Jaldo ni el de Milei podrían aparecer en los votos que utilizaremos los tucumanos. Todo un desafío para una política acostumbrada a los atajos. Quizá por esta y por las dificultades ya descriptas, Jaldo insiste con que en esta elección se deberá imponer como eje de campaña “Primero Tucumán”.

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