El deporte femenino y la constante lucha por la igualdad

Alfonsina Strada (primera mujer en competir en bicicleta); Alice Coachman (primera afroamericana en conseguir medalla de oro en Juegos Olímpicos); Kathy Switzer (primera mujer en correr la maratón de Boston); Lusia ‘Lucy’ Harris (pionera en básquet femenino); Martina Navratilova (una de las mejores tenistas de la historia); Nawal El Moutawakel (primera africana y árabe que salió campeona olímpica); Annika Sörenstam (primera mujer en participar en un torneo masculino de la PGA Tour); Megan Rapinoe (una de las mejores jugadoras de fútbol del mundo). Ellas son sólo algunos ejemplos de personalidades femeninas que hicieron historia en el deporte a lo largo de los años. Desde la primera hasta la última, cada una de ellas no sólo debió enfrentar los prejuicios del género sino también las desigualdades más marcadas de sus épocas.

Avanzamos en años pero las desigualdades siguen existiendo y se ven desde el eslabón más bajo al más alto de las disciplinas. A las deportistas les cuesta llegar a los podios tope, y no porque no tengan las capacidades sino por las trabas que el sistema y la sociedad les pone en el medio. Afortunadamente, tanto en Argentina como en el resto del mundo -algunos países más y otros menos- la consolidación de grupos femeninos que luchan por la igualdad y la revolución social, comenzaron a obligar -de alguna forma- al sistema a que se modifique.

Las mujeres que antes nombramos no sólo se destacaron por su destreza: lo hicieron también por las causas que apoyaban y los estándares raciales, de género, culturales y sexuales que rompieron. Tuvieron que hacerlo. Su lucha y, muchas veces, el riesgo que asumieron, contribuyeron literalmente como un granito de arena en un arenero, para que las mujeres podamos, hoy, subirnos a una bicicleta, correr en una pista profesional, jugar un partido de tenis, subirnos a un auto, saltar las vallas en short y correr detrás de una pelota luciendo la camiseta de nuestra selección nacional. Qué cosas tan chiquitas, detrás de movimientos tan grandes ¿no?

En el Día de la Mujer, la secretaria de Deportes de la Nación (primera mujer en asumir ese puesto en nuestro país), Inés Arrondo, afirmó que si bien el género ganó espacio, aún falta mucho para hablar de igualdad. Y mencionó que le sorprendió que sólo un canal de la grilla televisiva argentina muestre el deporte femenino. “En los últimos 10 años hubo mucha visibilización de la problemática de las mujeres, pero todavía hay una desigualdad inmensa en los espacios de tomas de decisiones", opinó quien llegó a ocupar ese cargo luego de defender por más de una década la camiseta de Las Leonas.

Las desigualdades siguen existiendo. El deporte femenino -según la disciplina- no se logra profesionalizar con facilidad; no se expone de la misma manera que el masculino ni se apoya su crecimiento igual; los premios siguen siendo económicamente menores para las mujeres y parece aún no haber lugar para “ellas” en los altos rangos de las dirigencias. Apoyar el desarrollo depende de la unión del género y, por supuesto, de la apertura y la aceptación de quienes hoy tienen la última palabra. Sumarse a la lucha no es algo más, no es pensar en que alguien lo va a hacer o en que tiene que pasar. Es ser parte del empuje pensando en las que vendrán, en las que están creciendo y en el respeto de sus derechos. Y a todos nos compete.

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