Pedro Mairal: “Quería mostrar la experiencia de los jóvenes cuando se asoman al mundo”

La palabra “nuevo/a” en el diccionario de la RAE ofrece nueve acepciones posibles (ocho son adjetivos). Entre ellas: “Recién hecho o experimentado”; “que se percibe o experimenta por primera vez” y “joven”. Los nuevos es también el título de la nueva novela del escritor Pedro Mairal, que de alguna manera las contiene a todas. “Quise ponerle nombre a una etapa -siempre volátil- que se la suele llamar adolescencia, pero no es más la adolescencia. Los chicos que terminaron el colegio, que están empezando a trabajar o estudiar no son más adolescentes, son otra cosa, son nuevos. Son los recién llegados, los que están tratando de tener un espesor real, de participar del mundo”.

Pedro Mairal: “Quería mostrar la experiencia de los jóvenes cuando se asoman al mundo”
02 Noviembre 2025

Por Flavio Mogetta para LA GACETA

“Me di cuenta escribiendo el libro que por un lado tendía a cuidar mucho a los personajes. En general maltrato a mis personajes para que haya una historia. Así como Cervantes hace que lo golpeen al Quijote… De la misma manera a estos chicos que están en un momento vulnerable, para que haya una historia yo los tenía que someter a algunas dificultades. Pero también me sentía una especie de dios cruel haciendo eso porque hacía enamorar a uno hasta la médula y después le tenía que romper el corazón. Entonces sí son los nuevos, los que están así pisando el mundo por fuera de su casa por primera vez y quería mostrar eso que quizás tiene más que ver con una etapa que fue mi vida en los ’90. No quise hacer una especie de informe de cómo son los jóvenes hoy día, cómo hablan, qué música escuchan, porque además no me hubiera salido. Creo que me inspiré más en mis años de ser nuevo”, comenta Mairal.

-En la construcción de la novela como lectores nos encontramos con distintas voces a la hora de construir el relato. ¿Por qué decidiste trabajar Los Nuevos así?

-La palabra “voces” me parece clave porque fue lo que me pasó. No escuchar voces desde un punto de vista medio esquizoide, pero sí sentir un llamado hacia esas voces como una presencia de necesidad de ser escritas. Primero apareció la voz de Thiago, que es un chico de 19 años, que está en carne viva -se acaba de morir la madre cuando el padre lo lleva de vacaciones -va con su padre, con la novia del padre y con su medio hermano- a un lugar donde no tiene muchas ganas de ir; ahí salió esa voz de un chico enojado. Y de esa voz de Thiago surgió también ese amigo que está estudiando en un lugar muy lejos, casi en el límite de Canadá, un lugar helado, simultáneo, porque en el principio de la novela es enero. El calor en la provincia de Buenos Aires y al mismo tiempo es enero en Wisconsin. Un lugar congelado con una soledad muy grande. Y de la voz de Thiago apareció no la voz sino el personaje de Bruno. Y a su vez, en esa primera parte, el personaje de Pilar entra dando una patada en la puerta del baño donde estaba Thiago. La voz de Pilar me dio más trabajo, porque no estaba tan clara, y además se me iba la voz de Thiago.

-La manera en que aparecen las voces en cada una de las partes hace que la información que el lector recibe se vaya completando y que de alguna manera vaya armando el rompecabezas de esas vidas.

-Sí, hay algo que se va armando de a poco. Me interesa mucho el papel de lector siempre que escribo. El lector es una especie de investigador privado o un detective. El lector detective me interesa, el chusma, el que se acuerda de algo, junta con aquello otro y algo que dice otro personaje por otro lado y va armando una especie de trama tridimensional. Creo que tiene que ver con tratar de no apurarse, que no esté todo dicho desde el principio, sino ir dando la info de a poco y confiar en que el lector va a poner lo que falta, los huecos, lo que no está contado. Es importante que el lector tenga la silla vacía para poder sentarse en la novela. Confío en que es el lector quien termina el libro. Yo sugiero esta historia, pero la historia se termina cuando es leída.

-En la novela se contrapone esta volatilidad, la edad del deseo y de construcción, de estar permanentemente armándose contra los mandatos familiares, con lo que estos jóvenes deberían ser o se pretende que sean.

-Es ese momento en que el mandato quizá no sirve, no funciona. Qué le pasa a esos chicos cuando no obedecen el mandato y cuando se desvían de ese mandato, y qué le pasa a los viejos. Porque están los nuevos y están los viejos también y su bronca porque no se sigue el mandato. Y cómo encuentran esos chicos su propia vida, cómo se arman y van encontrando su camino con su propio deseo. Creo que la novela tiene mucho de una búsqueda muy personal de cada uno de los tres -Thiago, Bruno y Pilar-. Por ejemplo, el momento en que Bruno va a lavar su ropa en una lavandería y se anima a hablarle a una chica por primera vez, a invitar a una chica a un restaurant y él siente que está viviendo su propia vida. Es ese momento: te fuiste de tu casa, empezás a vivir tu propia vida; a veces son hechos muy pequeños, pero por primera vez es tu vida fuera de la burbuja familiar. Quería mostrar esa experiencia de asomarse al mundo.

-Pequeñas acciones que a esa edad son enormes.

-Claro. Empezar a trabajar por primera vez es un salto gigante. Muchas veces uno mismo lo ha sentido. ¿Qué ropa te ponés?, ¿qué lenguaje usás en ese lugar? Unas especies de disfraces que vas incorporando. Máscaras, lenguaje, y así te vas curtiendo, aprendiendo, pero al principio sentís que es toda una gran impostación. Thiago empieza a trabajar en una inmobiliaria mostrando departamentos; Bruno empieza a limpiar baños en Estados Unidos y Pilar a dar clases de inglés. Me gustó mucho entrar en esa franja rara.

-El universo de estos jóvenes se presenta de alguna manera más transparente en sus acciones a diferencia del de los adultos que pareciera una impostura.

-Sí, la voz de Thiago e incluso la de Bruno desenmascaran algunas poses, muestran ese balneario hippie chic donde se juega la precariedad y les da bronca. Vos a cualquier persona de 20 años la llevás a un lugar sin wifi y le agarra ansiedad.

-En Los Nuevos también es posible encontrar momentos de solidaridad, acciones que a uno, como lector, lo hermanan con la humanidad.

-Sí, esos pequeños gestos de solidaridad como ayudar a alguien que no conocés. El playero de la estación de servicio que les da una mano e incluso los salva de policías que los están verdugueando; el tipo mira a los canas y les dice algo como “che, son nuevos… son nuevitos”. Cuando escribí eso no tenía pensado el título. Pensé “esto está bien, esta especie de mote”. Siempre los gestos de alguien ayudando a otro -que no tiene por qué- me parece que ocultan una humanidad enorme, o lo que más me interesa de la de la humanidad. En tiempos en que estamos tan atravesados por la crueldad, el otro es alguien al que hay que cuidar.

-Al final del libro uno descubre un QR muy particular…

-Aparece un QR, porque los tres -Pilar, Bruno y Thiago- forman una proto banda y graban un ensayo de tres canciones que escribieron y ahí están. Yo fabriqué ese ensayo con músicos. Con una cantante que se llama Miranda Díaz y con Nacho Algorta, dos músicos de Montevideo, simulamos ese ensayo y lo subí a Youtube con el nombre de la banda, que se llama Hijos Únicos y el disco que quieren armar se llama Wisconsin. Ese código QR te lleva a ese falso ensayo, una especie de bonus track.

© LA GACETA

PERFIL

Pedro Mairal nació en Buenos Aires en 1970. Su novela Una noche con Sabrina Love recibió el premio Clarín en 1998 y fue llevada al cine. Publicó además las novelas El año del desierto y Salvatierra y el libro de cuentos Breves amores eternos. En 2013 publicó la novela en sonetos El gran surubí. Sus crónicas y columnas están reunidas en Maniobras de evasión y Esta historia ya no está disponible. Su novela La uruguaya, llevada al cine en 2023, fue un éxito internacional de crítica y público. La obra de Mairal fue traducida a quince idiomas.

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