Dólar soja: las ventajas y las distorsiones de un esquema temporal

Cómo incide entre los productores

08 Septiembre 2022

¿El dólar soja, le cambia la vida a los productores de la oleaginosa? ¿Abarca a todos? ¿Los sojeros reciben $ 200 por dólar en la liquidación de la cosecha? ¿Hay existencia de granos suficiente como para pegar un fuerte salto al final de la temporada? ¿Qué hace un productor con los dólares recibidos en el nuevo esquema?

Lo primero que hay que saber, al hablar de la soja, es que, si bien el nuevo esquema reconoce hasta el 30 de este mes $ 200 por dólar, al productor sojero no le queda ese dinero, sino que, al descontársele el 33% de las retenciones aplicadas a la actividad, le quedarán cerca de $ 135. La situación era más traumática antes de que el ministro de Economía, Sergio Massa, anunciara la vigencia temporal de esta medida.

Oscar Ricci, productor sojero y asesor, señala a LA GACETA que hay un beneficio temporal, pero no para todos porque, antes de que se tomase la medida, el 70% de la cosecha estaba prácticamente liquidada y en su mayoría está en plantas de acopio. Por lo tanto ahora se opera con el remanente que, en general está en manos de medianos y grandes productores que tienen la posibilidad de que, con lo obtenido, piensen ya en la próxima siembra que arrancará en poco más de dos meses. “Así, por caso, podrá comprar agroquímicos o fertilizantes, y hasta negociando con un precio mayor por tonelada, en el orden de los $ 70.000 por toneladas”, explica. La ecuación es clara: el que más soja tiene hoy, más beneficio tendrá con la medida nacional. Un detalle más: aquel que ha negociado su producción no le ha servido el peso argentino como reserva de valor, sino que guardó el grano para cubrir contingencias financieras.

¿Qué sucede en el caso de los productores chicos? Lo primero que hay que definir es que se trata de aquel que cuenta con menos de 400 hectáreas y que puede haber llegado a producir esta temporada cerca de 1.000 toneladas de la oleaginosa. Ricci, en ese sentido, indica que esta franja tendrá que pensar en entregar la producción física que tiene en su poder y que eso puede ser un factor de complicación tomando en cuenta lo acotado que es el plazo para acceder a la operatoria. Además, este sector vive el día a día, cubriendo deudas y, a la vez, pensando cómo encarar la próxima temporada.

El “dólar soja” también presenta ciertas distorsiones. Por ejemplo, Ricci apunta que, al ser una medida espasmódica, le quita previsibilidad al negocio y hasta puede llegar a alterar los precios internos si se opera con otros cultivos como el maíz o el trigo y hasta la ganadería, que se alimenta con proteínas de soja. “Al no ser un valor fijo, puede que para la materia prima se fije un precio que no se replicará en el producto final porque puede llegar a bajar de acuerdo con el comportamiento de las pizarras del mercado”, advierte.

Ricci remarca que, muchas veces, se sostiene que el productor de soja hace un negocio importante con la producción, pero no se toma en cuenta que el dólar que se le reconoce es hasta tres veces más bajo que el de las operaciones diarias que, en definitiva, es el que se toma en cuenta, por ejemplo, para fijar el costo de los insumos para el agro. Otro aspecto a tener en cuenta es que el Estado sólo es socio en las ganancias, pero no en las pérdidas que los productores puedan llegar a tener por efecto de las distorsiones en el mercado o por fenómenos meteorológicos. “Un productor vuelca los dólares en el campo; todo va al suelo y, si lo perdes, se queda allí. Distinto es el caso, por ejemplo, de la construcción en el que vos podes construir un edificio y lo vendes cuando consideras que el precio se adecua a tus cálculos y a tu inversión”, compara.

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